Matías Manna (*)

En danza, si un bailarín escucha la palabra “Allegro” comenzará a mover sus pies con más energía y velocidad. Las medidas rítmicas se utilizan para saber qué tipo de velocidad tiene la música. Podrían consultar con el maestro Cristián Hernández Larguía, pero todos los directores de orquesta necesitan de ellas para calcular expresiones auditivas en sus obras.

No sé si algún especialista en música concurre habitualmente al Gigante de Arroyito, pero si lo hace identificará el “Allegro Prestissimo con fuoco” (medida de un movimiento extremadamente rápido) que baja desde los simpatizantes.

Es reiterativo mencionarlo pero Miguel Angel Russo dio en la tecla para detectar el principal problema canalla: que el ritmo de juego nazca desde el campo de juego y no desde la inercia del público. Desde hace tiempo parece que ocurre la inversa. En el video verán como al transcurrir los minutos, Central comienza a ir más rápido y a perder más pelotas en las construcciones ofensivas. Desde hace rato, las ganas de la fiel hinchada no coincide con el deber hacer prioritario de un equipo de fútbol: ser ordenado y paciente.

No es sólo un problema rosarino. En el Camp Nou se silbaban los pases hacia atrás que daba Jose Mari Bakero en el Barcelona dirigido por Johan Cruyff a principios de la década del 90. “Durante años afición y prensa manifestaron sus dudas sobre el sentido del juego: parecía que sólo existía el camino de ir directo a la portería rival y cualquier paso intermedio se consideraba erróneo” [1]. Pasaron años para que ese modelo de juego genere armonía en el estadio.

Russo y sus jugadores la buscarán. Al ser protagonistas principales, son los únicos que pueden generarla. Algún hincha recordará la armonía expresada por Fontanarrosa en relación al mítico Central del 73: “Ibamos a la cancha con la tranquila convicción de que, antes de los 20 minutos, Central iba a ir ganando 1 ó 2 a 0. Y eso casi siempre se concretaba”. [2]

La atmósfera, las necesidades, los gritos, parecen generar efectos indeseados. Gagliardi, Lagos y Encina, tres de los mejores del torneo pasado, llegaron a Arroyito y estos argumentos quedan claros: “La valía del futbolista no es independiente de su interacción con los demás. El contexto es el determinador del valor real de cada jugador” [3].

Veremos si en Corrientes, el enganche Matías García, Archubi y los delanteros veloces de Boca Unidos imponen su música o si Central genera otra partitura. Ahora bien, estimado simpatizante canalla: cuando su equipo vuelva al Gigante, juegue a ser Hernández Larguía. Primero, tranquilícese. Siendo director de orquesta, créase que influye y mucho en el contexto. Y, luego, tenga la paciencia pertinente para que, en caso de llegar, pueda escuchar un merecido buen recital.

----------
Citas:

[1] Perarnau, Martí. “El camí dels campions”, 2011. Editorial Columna, Barcelona. España.

[2] Fontanarrosa, Roberto. “No te vayas, campeón. Equipo memorables del fútbol argentino”, 2000. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, Argentina.

[3]. Conde, Manuel. “Transición ataque-defensa. Pautas táctico-emocionales”, 2010. Mc Sports. España.



(*) Matías Manna es creador del blog “Paradigma Guardiola”, entrenador de fútbol profesional y asesor e integrante de cuerpos técnicos de nivel internacional, nacional y regional. Egresado de la carrera de Posgrado Comunicación Digital Interactiva (Universidad Nacional de Rosario) – Licenciado en Periodismo (UNR). Docente universitario.

@matiasmanna

@paradigmapep