Pablo Álvarez vivió una situación muy dolorosa a partir de la enfermedad de su esposa y su muerte hace un mes. El ex defensor de Central, actualmente en Racing, habló por primera vez en profundidad luego del fallecimiento de Anabel Balzano, de tan solo 32 años, y dejó varias frases para la reflexión.

“Es difícil, es difícil seguir. Pero bueno, soy un privilegiado de poder laburar de lo que amo. Ella lo sabía desde el primer momento que estuvimos juntos y yo no era nadie en el fútbol. Ella quería que siguiera en esto”, se descargó el defensor en una nota con el diario Olé.

Cuando le preguntaron su pensó en el retiro debido a esta dura situación familiar, respondió: “Sí. Me lo planteé por última vez en la mitad de su tratamiento. Pensé en largar todo para quedarme a su lado incondicionalmente. Pero me pidió que le diera para adelante”.

Y reveló lo que hizo su mujer para convencerlo de que siga con su carrera: “Ella se enojó mucho, me cagó a pedos mal. Incluso, hasta llamó a mi representante (Juan Cruz Oller), que estuvo siempre conmigo en persona o llamándome todos los días. Y le dijo: «Este pelotudo quiere hacer una cagada, paralo por favor»”.

“Trataron de acomodarme un poco las ideas y seguí. Pero al principio sentía que no podía seguir. No porque no quisiera, sino que se me hacía imposible dedicarle al fútbol el tiempo que yo quería. Dos veces quise dejar todo. La primera, cuando nos enteramos de la enfemedad. La otra, hace cinco meses”, confesó.

También contó cómo maneja el tema con sus dos hijos: “No lo entienden mucho, son chiquitos. Alina tiene ocho años y Felipe, cinco. La nena vio todo el proceso, se dio cuenta de cómo su mamá se iba deteriorando. Tampoco hay que ser hipócritas: venía haciendo un duelo interno, aunque obviamente que nadie está preparado para una situación así de extrema, por más que uno sepa cuál será el desenlace”.

Y agregó que “ellos tienen mucha contención de la familia, del colegio, de los profesionales (psicólogos). Tratamos, o trato, de que lo afronten de la mejor manera. A pesar de la ayuda que les da uno, el proceso interno en sus cabecitas es muy personal”.

“¿Aprendiste algo de esta vivencia tan dura?”, le preguntó el periodista. “Uff. ¡Sí! Algo que ya me pasa desde hace rato. Por lo que me cuentan amigos o conocidos, la gente se hace problemas por cada boludeces. Realmente no saben lo que es un problema de verdad. Con la experiencia de vida que me tocó, trato de abrirles los ojos a los demás o de transmitirles calma para que no se preocupen por cosas insignificantes”, respondió Pablo.

“Lloro en soledad para que no me vean. Fueron muchos años que ella estuvo acompañándome. Estoy muy orgulloso de haber tenido a mi lado a esa persona que me ha enseñado tantas cosas y me dejó hijos hermosos”, dijo con emoción.

“Te preguntás «por qué a mí, por qué me toca vivir esto, por qué le tocó a ella siendo una persona tan buena, joven y sana». Después empezás a ver otras cosas, tu mente se abre mucho más. Tuve la suerte de contar con una contención profesional, además de la de mi familia, amigos y compañeros: si no hubiera sido por ellos, me habría derrumbado”, finalizó.