Buenos aires, enviada especial.- A la larguísima espera a que los senadores definan si el aborto se legaliza o no en la Argentina se le sumó una lluvia copiosa que no distinguió lados ni perímetros, tampoco ideas ni posturas.

El cielo comenzó su descarga sobre Buenos Aires cerca de las 17 cuando las calles se llenaban más y más de gente, tanto en el sector dispuesto para los defensores del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo como en el área ocupada por los denominados defensores de “las dos vidas”.

La lluvia recreó un paisaje propio, con gente apurando el paso, paraguas chocándose en las esquinas y pañuelos haciendo las veces de gorros. Encima, con el agua se consolidó el frío.

El cambio de tiempo también se evidenció en el movimiento comercial de los cientos de puestos. Se fueron los carritos de comida al paso y surgieron paragüeros de a montones.