Quizás la mejor manera de encontrar solución a los problemas es buscar su causa. Y así atacarla. Ese es, al menos, el planteo del profesor Santiago Grisolía, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, quien considera tras muchos años de labor que los principales problemas de la humanidad –la crisis energética, el calentamiento global, la destrucción de ecosistemas y las hambrunas, entre otras cosas– están vinculadas a la superpoblación.

"Sólo hay salida si se resuelve el problema de la superpoblación", planteó Grisolía en Madridpress. El especialista asegura que no se trata de una preocupación personal sino también de una parte del mundo científico, aunque "desgraciadamente minoritaria", clara.

Para Grisolía, el problema es que las autoridades ya no prestan atención a este fenómeno. "La gente se ha olvidado. Hablamos de cambio climático, pero todo esto tiene relación directa con el aumento de la población. Hay que comer, hay que vestirse y cada año somos 80 millones más".

Se anticipa que para cuando concluya este año la población mundial será de 6.615 millones, lo que anticipa 7.000 millones en apenas cuatro años más. Lejos queda la preocupación de 1.999 cuando se alcanzaron los seis mil millones de habitantes, lo que llevó a subtitular el Informe de ese año con la frase "6.000 millones, es hora de optar".

En él se decía que desde 1950, en sólo 49 años, el mundo había doblado su población, añadiendo 3.000 millones. Y lo peor es que para los primeros 1.000 había necesitado 14 años; para los segundos, 13; y para los terceros sólo 12.

Pero los redactores del informe creían poco probable que la población volviera a crecer con la misma velocidad que en los últimos decenios, en particular, en los últimos 12 años, en que se agregaron 1.000 millones de personas.

El problema es que lo poco probable está ocurriendo: se mantiene el ritmo récord de mil millones en doce años, pues en los últimos ocho se ha crecido a un promedio de 80 millones anuales. En otros cuatro, llegaríamos a los 7.000 millones.

Y Grisolía lo tiene claro.