Los procesos patológicos que subyacen a la atrofia cerebral varían según la ubicación y el patrón de afectación. La ateroesclerosis se asocia a la atrofia cerebral ya que comparte varios factores de riesgo como la hipertensión arterial, el tabaquismo y la diabetes, aunque en pocos estudios se ha podido confirmar esta hipótesis.
En la circulación de la retina se produce el mismo tipo de daño vascular que en el cerebro y, por esto, el fondo de ojo sería una forma fácil de evaluar el daño de la microcirculación cerebral. En este estudio se evaluó la asociación entre los signos retinianos y la atrofia cerebral en los pacientes con accidente cerebrovascular (ACV).
La atrofia cortical (AC) refleja la pérdida de las células nerviosas en la sustancia gris cortical y se asocia con la enfermedad de Alzheimer y el consumo de drogas o alcohol. Por otro lado, la atrofia subcortical (AS) consiste en la pérdida de las células nerviosas en los ganglios basales o de las fibras profundas de la sustancia blanca.
Existe una asociación entre la atrofia cerebral y la enfermedad de pequeños vasos cerebrales, aunque la primera también puede ocurrir en otros procesos como la desmielinización inflamatoria en la esclerosis múltiple. A su vez, muchos pacientes tienen tanto AC como AS, probablemente por la asociación de patologías múltiples, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad cerebrovascular.
En el estudio ARIC (Atherosclerosis Risk in Communities) que incluyó 1.684 personas sanas de edad media, se sugirió que los pacientes con AC y AS tenían más probabilidades de desarrollar retinopatía que los que no tenían atrofia.
Este estudio se basa en el estudio MCRS (Multi-centre Retinal Stroke), un estudio prospectivo con 1.565 participantes, de entre 19 y 94 años, que se incluyeron prospectivamente por el ingreso a unidades de cuidados de ACV en los hospitales Westmead, en Sydney (n= 280), Real de Melbourne, en Melbourne (n= 562) y General de Singapur (n= 723), dentro de los 7 primeros días del ACV durante los años 2005 a 2007.
Se realizó una entrevista con cuestionarios estandarizados y un examen neurológico, se solicitaron estudios por imágenes y se tomaron fotografías de la retina de cada paciente. Todos contaban con al menos una imagen por tomografía computada (TAC) y el 40% tenía una resonancia magnética (RNM).
Cualquier lesión hiperdensa intraparenquimatosa o intraventricular en la TAC se consideró hemorragia intracraneal (lobar o profunda según la ubicación). La transformación hemorrágica de un infarto se codificó como infarto cerebral y se excluyeron las hemorragias intracraneales debido a causas secundarias como trauma, neoplasias o malformación arteriovenosa.
Fuente: Medicina Geriátrica
En la circulación de la retina se produce el mismo tipo de daño vascular que en el cerebro y, por esto, el fondo de ojo sería una forma fácil de evaluar el daño de la microcirculación cerebral. En este estudio se evaluó la asociación entre los signos retinianos y la atrofia cerebral en los pacientes con accidente cerebrovascular (ACV).
La atrofia cortical (AC) refleja la pérdida de las células nerviosas en la sustancia gris cortical y se asocia con la enfermedad de Alzheimer y el consumo de drogas o alcohol. Por otro lado, la atrofia subcortical (AS) consiste en la pérdida de las células nerviosas en los ganglios basales o de las fibras profundas de la sustancia blanca.
Existe una asociación entre la atrofia cerebral y la enfermedad de pequeños vasos cerebrales, aunque la primera también puede ocurrir en otros procesos como la desmielinización inflamatoria en la esclerosis múltiple. A su vez, muchos pacientes tienen tanto AC como AS, probablemente por la asociación de patologías múltiples, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad cerebrovascular.
En el estudio ARIC (Atherosclerosis Risk in Communities) que incluyó 1.684 personas sanas de edad media, se sugirió que los pacientes con AC y AS tenían más probabilidades de desarrollar retinopatía que los que no tenían atrofia.
Este estudio se basa en el estudio MCRS (Multi-centre Retinal Stroke), un estudio prospectivo con 1.565 participantes, de entre 19 y 94 años, que se incluyeron prospectivamente por el ingreso a unidades de cuidados de ACV en los hospitales Westmead, en Sydney (n= 280), Real de Melbourne, en Melbourne (n= 562) y General de Singapur (n= 723), dentro de los 7 primeros días del ACV durante los años 2005 a 2007.
Se realizó una entrevista con cuestionarios estandarizados y un examen neurológico, se solicitaron estudios por imágenes y se tomaron fotografías de la retina de cada paciente. Todos contaban con al menos una imagen por tomografía computada (TAC) y el 40% tenía una resonancia magnética (RNM).
Cualquier lesión hiperdensa intraparenquimatosa o intraventricular en la TAC se consideró hemorragia intracraneal (lobar o profunda según la ubicación). La transformación hemorrágica de un infarto se codificó como infarto cerebral y se excluyeron las hemorragias intracraneales debido a causas secundarias como trauma, neoplasias o malformación arteriovenosa.
Fuente: Medicina Geriátrica


