El plástico ya lo había pasado a mejor vida pero el cartón se las ingenió para reaparecer en el sistema del transporte urbano. En rigor, se las ingenió la Municipalidad para aprovechar un remanente de tarjetas de dos viajes impresas en la época en que el boleto costaba 1,60 peso. Como ahora sale el doble, se distribuyeron entre los puestos de venta y pueden comprarse para cancelar un pasaje a bordo del colectivo.

Según explicó a Rosario3.com la gerenta del Ente de la Movilidad de Rosario (EMR), Mónica Alvarado, la idea fue “eliminar un stock” de tarjetas que habían quedado en el Banco Municipal, encargado de la administración. La inflación las devoró algunos años atrás pero ahora les da la posibilidad de salir nuevamente a la luz, hasta agotar la tanda.

“Conocé la agenda del Bicentenario en la ciudad”, puede leerse en algunas, como una de las consignas que por entonces Rosario promocionaba de cara al histórico 25 de Mayo de 2010.

Los cartones pueden usarse gracias a que las viejas máquinas canceladoras aún sobreviven a bordo –hasta que se venzan las últimas prepagas emitidas– con las nuevas máquinas para las “sin contacto”.

De paso, permiten oxigenar un poco la oferta de tarjetas, ya que se mantiene alta la demanda de los flamantes plásticos y hoy estaban a la venta unas 13 mil unidades, mientras la Municipalidad esperaba completar en los próximos días desde fábrica una tirada total de 500 mil.