Guillermo Ghergo

Rosarinos dedicados a hurgar entre libros viejos para encontrar una edición inhallable, lectores desesperados en busca de un autor, se encontraron durante dos días con libreros dispuestos a atender cada consulta y desempolvar piezas literarias raras, originales o desaparecidas de los circuitos habituales. En el histórico edificio del Club Español de Rioja 1052, la segunda feria de Librerías de Viejo de la ciudad superó las expectativas de organizadores y público durante dos jornadas.

El encuentro, reeditado tras la concurrida reunión de diciembre pasado, se realizó el viernes y el sábado con stands de librerías de usados, un librero anticuario y coleccionistas de antigüedades deportivas.

Tras la imponente fachada del Club Español, luego de atravesar el pasillo central, uno de los salones fue especialmente preparado para la feria con algunos libros tanto o más antiguos que el edificio inaugurado en 1916.

En el ingreso, el librero anticuario Armando Vites expuso primeras ediciones históricas, algunas perlas de la literatura difíciles de conseguir y hasta llevó –sólo para exponer– un periódico crítico de la época de Juan Manuel de Rosas.

Vites trasladó su “biblioteca general” al encuentro pero dejó varias reliquias en su local. “El anticuariado lo llevo a ferias especializadas”, contó el coleccionista a Rosario3.com. Los libros que guarda desde hace más de 20 años están en una librería abierta al público, aunque sin vidrieras a la calle. De cualquier manera, las ediciones que seleccionó para la segunda edición de la feria completaron dos mesas de publicaciones demandadas por curiosos lectores.

“Tengo un libro de Derecho de 1827, imaginate cuántos pueden quedar”, dijo orgulloso Jorge, el dueño de "La pluma libros" desde su stand de usados, descatalogados y primeras ediciones. Fue invitado a participar por la Asociación de Libreros de Rosario y prefirió llevar “de todo: desde literatura pasatista hasta libros que no se encuentran en el mercado”.

La feria de libros usados convocó a un público variado. Estudiantes universitarios, lectores de todas las edades, curiosos y hasta clientes de grandes librerías que un rato antes habían salido decepcionados de locales del centro sin poder encontrar lo que buscaban.

“Traemos libros que no se consiguen en ningún lado. Las librerías trabajan con las grandes editoriales. Nosotros, con los libros que han desaparecido del mercado. Uno va a las grandes librerías y si no consigue algo le dicen «andá a una librería de usados»”, resumió Martín, el encargado de Amauta Libros.

Además, explicó que muchos libreros de viejo cumplen “una función social” porque tienen la costumbre de guardar durante meses piezas literarias buscadas por clientes que puestas en la vidriera con una intención comercial se venderían en cuestión de horas.

Además de reunir en un solo lugar a las principales librerías de usados facilitando la búsqueda de los lectores, la feria fue también un lugar de contacto entre amantes de la literatura y vendedores de libros.

Alfredo, uno de los encargados de "El pez volador", contó que en el encuentro se expuso “un milésimo porcentaje” de lo que tienen en los locales comerciales. Sin embargo, si alguien quería algo específico tuvo la oportunidad de iniciar un primer contacto con el librero y llevarse el compromiso de que la edición deseada continuará siendo buscada.

En la segunda feria participaron las librerías Amauta, El Lugar, La Pluma Libros, El Caburé, Argonatutas, Armando Vites Librero Anticuario, Antigüedades Deportivas, El Pez Volador y Macedonio.

Después de dos jornadas entre páginas amarillentas, tapas históricas y ediciones inhallables, los libreros y coleccionistas volvieron a sus locales a la espera de una nueva edición, la tercera, que los volverá a reunir cerca de fin de año.