Una investigación que se desarrolló dentro del programa Huellas de la empresa LoJack revela que la mitad de los jóvenes cree que sus padres saben lo que hacen en Internet; el informe además señaló que 2 de cada 10 adolescentes piensan, sin embargo, que a su familia no le interesa la actividad que realizan en la red. La investigación incluyó a 400 chicos de entre 13 y 15 años de primer y segundo año de escuelas secundarias.

A los jóvenes, no sólo se los encuestó, también participaron de talleres donde discutieron sobre nuevas tecnologías y los problemas que generan. Uno de los principales temas fue cómo abordar problemáticas como el ciberbulling o acoso virtual y la exposición de datos personales en la Web.

Entre los datos más reveladores, se observó que el 53% de los chicos afirmó que sus padres conocen lo que ellos hacen en la Web, mientras que el 17% de ellos aseguró que a sus progenitores no les interesa saber. Las cifras son más que llamativas porque son los mismos adolescentes los que reconocen que los mayores muestran poco interés en entender cómo es su vida y sus contactos virtuales.

De todas formas, el entorno familiar es el ámbito donde aprendieron a navegar por Internet: así lo afirmó el 73% de los encuestados, quien dijo que en su propia casa o en la de los amigos aprendió las herramientas que usan. La escuela, en cambio, como ámbito de aprendizaje, sólo alcanzó al 16% de los adolescentes.

En tanto, el 83,5% aseveró que su propia casa es el lugar ideal de conexión, y la respuesta se repitió casi con la misma cifra (el 86,1%) cuando se les preguntó qué ámbito consideran de mayor privacidad para navegar. La seguridad que sienten al conectarse desde el hogar los lleva a no ser conscientes sobre los riesgos de exponerse virtualmente: el 46% reconoció que publica sus datos personales o fotos y 19% admitió que además publica información de terceros.

"En la gran mayoría de las escuelas recorridas, los chicos comentaron haber vivido o escuchado situaciones de cyberbulling. El taller los ayudó a reflexionar en torno a la agresión que implica participar o generar acoso. Se resignifican estas actitudes tomando conciencia del daño que pueden causar; se produce un proceso de desnaturalización de una práctica de agresión que antes no registraban como tal", explicó María Abramovich, capacitadora que tuvo a cargo la realización de los talleres en los establecimientos.

Fuente: Los Andes