Por Lalo Falcioni

El día 3 del Dakar en Rosario es el de las verificaciones técnicas de los vehículos en el Casino City Center, en el extremo sur de la ciudad. La lluvia complicó un poco las maniobras de los camiones, autos, motos y cuatriciclos que arribaron al lugar para cumplir con los minuciosos controles de rigor, pero a la vez disminuyó la temperatura y trajo alivio al personal técnico y administrativo que desplegó todo su arsenal en las tres grandes carpas ubicadas junto al edificio principal del casino.

Un poco de rigor francés

A las 8 de la mañana de este jueves partieron los primeros vehículos desde el parque de descarga del autódromo Juan Manuel Fangio hacia el parque de espera en el predio del casino. Los pilotos y asistentes que obtuvieron los primeros turnos tomaron Jorge Newebery hasta avenida Circunvalación, para dirigirse hacia el sur, donde los aguardaba el impresionante despliegue de Amaury Sport Organization (ASO), la empresa francesa encargada de la organización del Dakar.

Frente a la entrada principal del casino se pueden observar dos grandes micros totalemente equipados y ploteados con inscripciones de esta versión 2014 del rally más prestigioso del planeta. El armado de las estructuras es impactante, tanto como el despliegue de personal de Gendarmería y de la policía provincial, más celosos que de costumbre ante cualquier movimiento sospechoso.

Vehículos del Dakar bajo inspección


En el primer puesto se hacen todos los trámites administrativos y se controla el GPS de los vehículos. En una planilla, una muchacha de orígen brasilero con gran dominio del castellano, inglés y francés toma nota del software cargado en el aparato, que servirá como guía y también como referencia para la organización en los inhóspitos caminos de Argentina, Bolivia y Chile.

Hay un dato colorido en el primer piloto que ingresó a las carpas de la revisión técnica: se trata de Jeremías González Ferioli, el cordobés de 18 años que a bordo de su cuatricilo se convertirá en el corredor más joven de la historia del Dakar. “Estoy ansioso por arrancar pero al mismo tiempo estoy tranquilo, al menos por ahora. Los nervios empezarán a aflorar muy pronto", confesó mientras los mecánicos daban vuelta su cuatri como su fueran a cambiarle los pañales.

Una vez superada esa etapa, los corredores conducen sus vehículos a las grandes carpas traseras, donde se chequea absolutamente todo y con el máximo rigor: motores, radiadores, suspensiones, sistema eléctrico, seguridad y hasta los cascos de los pilotos.

Jugando de local

Uno de los primeros turnos fue para el rosarino José Luis Locascio, con su potente Toyota Hilux con motor V8, identificada con el número 445. “Nos hicieron desarmar medio motor porque faltaba un precinto. No sabía que esto era tan minucioso, pero es una muestra de la seriedad de la organización”, contó el piloto local a Rosario3.com.

Mecánicos y técnicos franceses están a cargo de las verificaciones. Tres grandes rampas neumáticas les permiten observar cada detalle de las máquinas antes de otorgarles el okey final.

“¡Por ahí no, por ahí no!”, se escuchó gritar a un hombre encargado de la seguridad. Una camioneta equivocó el camino y se llevó puestos varios conos en el playón de espera, donde otra persona provista de pilotin amarillo les hacía señas a los pilotos bajo la copiosa lluvia del mediodía para que acomoden prolijamente sus coches.

El casino de Babel

El interior del City Center es un hormiguero de pilotos, técnicos, turistas y curiosos. Los distintos idiomas se entrecruzan como en una moderna Torre de Babel, mientras una bonita muchacha ofrece merchandaising oficial en un pequeño puesto central. Allí se consiguen calcomanías a 35 pesos, pasando por gorras a 220 y camperas a precios que ni siquiera conviene averiguar.

Los vehículos que consiguen el visto bueno se dirigen al parque cerrado de la zona del Monumento a la Bandera, donde aguardarán la bandera de largada de la competencia. La hora de la verdad está cada vez más cerca.