El inicio de la audiencia final del juicio está demorado una hora. Son casi las 12 de otro jueves frío en Rosario, particularmente frío en la pequeña sala del Tribunal Oral Federal II. Juan José Muga, el principal acusado en la causa por el transporte de 41 kilos de marihuana en 2012, entra al lugar con zapatillas deportivas blancas y un conjunto de jogging y buzo negros, marca Nike. Podría ser un hombre -petiso, canoso semicalvo, 58 años- que salió a caminar por bulevar Oroño. Pero en una de sus muñecas, la derecha, tiene enroscadas las esposas que le acaban de abrir. Además, carga en sus brazos más carpetas que los abogados presentes.

Muga se sienta en una silla negra, en la que alguien escribió "TOF 2" con liquid paper blanco en el respaldar. Al lado está su hijo, uno de los otros cuatro acusados en el juicio. Le da un beso lento, como de despedida. Hace lo mismo con los otros tres. Después gira y les hace señas a los periodistas de que él va a hablar. Se pone los lentes y escribe un mensaje en un papel: "Quédense hasta el final, quiero que esto se sepa en todo el país". Cuando gira, se le cae una carta al piso.

Aún no sabe que todo lo que dirá en esta hora y pico no modificará su sentencia. El Tribunal le dará 6 años de prisión (que se elevarán a 7 años y 6 meses porque se unificarán con una pena anterior).

"¿Por qué la fiscal no citó a Cosidoy?"

Muga habló al mediodía. Hizo un descargo poco preciso, confuso, en donde mezcló datos de la causa en cuestión –fue detenido el 18 de septiembre de 2012 en un auto con 37 kilos de marihuana y se encontraron otros 4 en un galpón- con otras anteriores.

Otras cosas sí quedaron claras. Reiteró la acusación de "narcopolicías" contra quienes lideraban la dirección de ex Drogas Peligrosas de la Policía provincial en Rosario. Los acusó de armarle la causa y plantarle la marihuana. Pidió protección "a su integridad física" y que no "engarronen con droga" ni a él ni a "todas las familias de este caso".

Si bien había dado una lista de diez uniformados, este jueves destacó a tres comisarios: "Romitti, Romero y el Chino Paz", éste último titular de la Unidad Regional de San Lorenzo. El ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, respondió a este medio que esa acusación la hace "un narcotraficante que está preso" y que si la Justicia le aporta "una prueba, los separo de la fuerza".

Muga reiteró que mantuvo contactos con la entonces jueza federal Laura Cosidoy, antes de caer detenido, y que los llamados "entrantes y salientes" desde su celular constan en la causa. Los nombres que aportó, dijo, eran los jefes de los policías que hicieron el operativo que lo detuvo. Procedimiento que se hizo sin conocimiento del juez de turno, a quien se informó ocho horas después de lo actuado, en una muestra de “autonomía policial” que los abogados defensores remarcaron. 

"No entiendo cómo la fiscal (Adriana Saccone) no citó a la ex magistrada a declarar, me refiero a la doctora Cosidoy", soltó Muga sentado en el medio de la sala. No hubo respuesta a la pregunta que no sólo el acusado se formuló. 

Siempre según el relato de Muga, él le llevó información a Cosidoy de los gendarmes y policías que traían marihuana desde Paraguay y Misiones hacia la zona y que confió en ella "como un estúpido" porque la creyó "una persona honorable". 

No lo explicó ante el Tribunal, pero el acusado relató después a los periodistas presentes que una mujer que trabajaba con Cosidoy en el Juzgado Federal era familiar de un gendarme que él conocía en Misiones, y así inició el contacto.

“Todo eso lo dije por primera vez en 2012 y ante el juez (federal 4 Marcelo) Bailaque", señaló Muga y desnudó la falta de avances en esa investigación paralela.

Es probable que el acusado no haya probado su inocencia pero con tres condenas por narcotráfico y penas reducidas por aportar información a jueces y fuerzas de seguridad, el hombre conoce el mundo del delito que describe. Son, después de todo, los informantes quienes dan origen a muchas de las investigaciones que realiza la Policía y que llegan a la Justicia. El tema de fondo que asomó en este juicio es quiénes son esos informantes y a quiénes les son funcionales. Y, en segundo término, qué rol cumplen los fiscales y jueces federales ante esa lógica penal. 

Condenas

Barabani, Digerónimo y Echagüe (Alan Monzón/Rosario3.com).

El fallo de la causa “Muga, Juan José y otros sobre infracción a la ley 23.737” (de estupefacientes) se conoció por la tarde. El Tribunal Oral Federal II que preside Omar Digerónimo e integran además Jorge Venegas Echagüe y Beatriz Caballero de Barabani condenó a Muga a 6 años de prisión y unificó la pena a 7 años y medio por una condena anterior de la Justicia de Misiones. 

También sentenció a Mario De Luca a cuatro años de prisión aunque seguirá en libertad hasta que la pena quede firme. A Nahuel Muga, César Ponce y Leonardo González, tres años de prisión de ejecución condicional. Se trata de penas apenas inferiores a las que pidió la fiscalía la semana pasada. Muga padre ya lleva casi cuatros años de cárcel y los otros cuatro no quedarán tras las rejas.

El Tribunal, además, solicitó a la Fiscalía Federal 3 que "agilice" las investigaciones en relación a las denuncias de Muga por "narcopolicías". 

Culo sucio

Antes de hablar, en el principio de la audiencia, cuando Muga escribió un cartel a los periodistas, se le cayó una carta que tenía entre los papeles y los artículos de diario.

Buscó el naipe español un rato largo. Él mismo pisó la carta con su pie derecho, sin darse cuenta, y por eso no la encontraba por ningún lado. Volvió a revisar su carpeta de tapa transparente y el sobre color madera con los recortes. Volvió a mirar debajo de la silla y al lado. Hasta que movió el pie derecho y el naipe asomó cara arriba: el uno de oro.

En el truco, el uno de oro es una carta más, intermedia, que no define nada. Pero en otro juego, el "Culo sucio", es clave: al que le toca esa carta dorada por azar o destino, pierde.