“Siempre tenía colgada una sonrisa”. Así recuerda Emilia a su amigo Nahuel Ciarroca, el muchacho de 28 años asesinado este lunes en Amenábar y Dorrego cuando volvía a su casa desde lo de sus padres. Sólo tenía un celular y suplicó por su vida. Este jueves a las 19 familiares y amigos realizarán una marcha para pedir justicia. Concentrarán en el lugar donde ocurrió el crimen y en Dorrego y Pellegrini.

Amiguero, solidario, Nahuel era el primero en organizar las salidas con sus amigos y prenderse en viajes, generalmente para correr maratones. Ya estaba inscripto incluso para una que se realizará en noviembre en Córdoba.

Así lo conoció Emilia, hace unos años: corriendo. Se cruzaron en un gimnasio del centro y armaron un grupo de amigos y amantes del running. Al entrenamiento de cada martes y jueves sumaron juntadas los fines de semana. Asados, fiestas, mates.

Además de su trabajo de oficina, contó Emilia, a Nahuel le gustaba ayudar. Con su hermano organizaban colectas de ropa y comida que repartían a donde la necesidad los llevara. El último viaje lo hicieron a Villa Paranacito para colaborar con los inundados. De eso se trataba su ONG, Almas sin fronteras.

El último viaje con sus amigos lo hizo en mayo. El grupo se fue a las Salinas Grandes a competir en el Raid de los Andes. Nahuel no pudo correr, porque se lesionó el primer día. Pero la sonrisa no se le borró, rememoró Emilia.

Mientras sus amigos corrían, les grabó un video que hoy recuerdan con sabor amargo.