Antes de su detención en Buenos Aires, antes incluso de ser considerado líder de una peligrosa banda narco con vínculos internacionales, Ignacio “Ojito” Actis Caporale se dedicaba a vender éxtasis y LSD en los boliches de Rosario y en la plaza Pringles. Allí lo arrestó por primera vez el actual titular de Inteligencia de Drogas, Alejandro Druetta, quien describió a Ojito –para él, “Nachito”– como un chico de clase media alta, atrevido y adicto a la exposición.

“(Actis Caporale) ni siquiera vendía por la plata, vendía porque le gustaba figurar y ser el que todos esperaban en el boliche”, recordó Druetta, en contacto con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2.

Ojito cayó el domingo en el autódromo de Buenos Aires cuando participaba en carreras de autos.

Para el jefe policial, el lugar de su detención refleja claramente cómo se manejaba Actis Caporale. “No puede con su genio, necesita la exposición”, señaló y contó que la primera vez que lo detuvo fue en 2008, dentro de un Fiat 147, en la esquina de Córdoba y Paraguay mientras le vendía éxtasis a otros dos chicos y chicas.

“Nachito era simpático, entrador –recordó Druetta–. Atrevido”.

Hace unos cuatro años Ojito salió del radar de la policía santafesina. Se sabía –reconoció el jefe de Inteligencia– que regresaba a Rosario muy esporádicamente para visitar a su familia pero se hacía difícil dar con él porque nunca la información llegaba a tiempo o era precisa. Datos de calle lo ubicaban –continuó Druetta– muy cerca de una red de narcotráfico internacional pero nada indicaba que se hubiera convertido en un cabecilla del tráfico de Rosario.

Con todo, para Druetta, “Nachito” se había convertido en un sujeto “peligroso” y felicitó su arresto.