Policías y agentes municipales coparon el Parque a la Bandera este viernes a la noche dándole a la fiesta un aire diferente. Era evidente que, desde la Municipalidad, se intentó mantener el orden y la convivencia, dejando atrás en el imaginario popular la idea de que en las Colectividades hay que cuidarse los bolsillos y partir antes de la medianoche para evitar alguna que otra pelea.
Como sucedió el año pasado, un cerco rodeó el predio y un número considerable de uniformados y personal municipal desplegó un operativo de control de cara a mantener limpio y ordenado el lugar, generando con su presencia un paisaje distinto al que solía prevalecer en ediciones anteriores. Desde los stands celebraron el operativo y consideraron que esta presencia permite generar un clima más propicio para la permanencia de las familias.
Consultado por Rosario3.com, el director de la Guardia Urbana Municipal (GUM), Mariano Savia, recordó que un total de 200 agentes municipales y 160 policías estaban destinados a garantizar la seguridad en el lugar. Acerca del vallado colocado en el perímetro del predio, el funcionario destacó: “El año pasado fue un éxito y fue muy bien recibido por los organizadores”.
Luego recordó que existen cinco ingresos –tres por avenida Belgrano y los dos restantes por el norte y el sur del parque– por los que la gente puede pasar de forma libre y gratuita. Cada uno de ellos, era custodiado por efectivos policiales y agentes de la GUM que además, se desplazaban por toda la zona, ya sea caminando o en moto.
La presencia de los uniformados pareció ser bienvenida por quienes están detrás de los mostradores. La mayoría de los consultados, consideró que redujo el nivel de arrebatos y peleas aunque admitieron que pasada la medianoche, se sentían un poco inseguros.
Pero no todo se trata de seguridad. La Municipalidad apostó fuerte a la limpieza e higiene del lugar y no sólo se dispusieron decenas de contenedores y cestos sino que además, se montó un stand del programa Rosario Más Limpia donde se repartían folletos e incluso se invitaba a jugar a fin de sensibilizar a la población sobre la necesidad de cuidar el medioambiente. Gran atención despertaron Hugo y Sebastián, dos voluntarios del programa que, subidos a zancos “canguros”, invitaban a los que pasaban a informarse más sobre el reciclado de residuos.
Como si se tratara de una micro ciudad multicultural, el parque también contaba con baños químicos, ambulancias, un stand con venta de libros e incluso, una pequeña oficina de correo. La nueva cartelería, por su parte, mejoró la orientación en el terreno. Se trata de gigantografías en donde cada colectividad presenta un exponente con vestimenta típica que permite encontrar cada uno de los stands con mayor facilidad. La publicidad en grandes pantallas también contribuye a cambiarle la cara a la fiesta, quizás no tan pintoresca como las anteriores ediciones pero sí más limpia, ordenada y familiar.
Los vendedores ambulantes, por su parte, quedaron del otro lado del cerco, ingresando sólo aquellos autorizados por la Municipalidad. Un par de payasos soplaba globos hasta darle alguna forma de perro o flor y algunos ofrecían helados al paso. El grueso estaba afuera del predio, con sus paños y mesas hasta la calle Buenos Aires, ofreciendo desde juguetes a choripones y extendiendo, una vez más, la feria por sobre sus propios límites.



