Nigeria padece desde principios de año un un brote de fiebre de Lassa, una enfermedad mortal muy contagiosa que no tiene cura aún ni vacuna.

No es una enfermedad nueva, pero esta vez se está extendiendo más rápido que en ocasiones anteriores. Según la Organización Mundial de la Salud, “es una enfermedad hemorrágica aguda que se transmite a los humanos a través del contacto con alimentos o enseres domésticos contaminados por la excreta de roedores", concretamente de los pertenecientes a la especie Mastomys natalensis, que habitan en África Occidental, donde cada año se registran entre 300.000 y 500.000 casos. Una Unas 90 personas murieron por esta enfermedad en dos meses en Nigeria, donde se confirmaron 317 casos. Muchos de los enfermos son trabajadores de la salud.

La fiebre de Lassa tiene un índice de mortalidad del 22% y es especialmente peligrosa para mujeres que se encuentran en los últimos meses de embarazo, ya que en más del 80% de los casos, morirían la madre y el feto. Los síntomas aparecen entre 6 y 21 días después del contagio y son similares a otras fiebres hemorrágicas mortales, como el ébola: dolor de garganta, jaqueca, vómitos, dolores musculares, de pecho, de abdomen y sangrado por la nariz, boca y otras partes del cuerpo.