El tobillo es una articulación formada por el extremo inferior de la tibia y el peroné y por el astrágalo. La principal estabilidad de esta articulación está dada por su conformación anatómica y secundariamente por las estructuras ligamentarias.

Las superficies articulares están recubiertas por cartílago el cual permite que la articulación tenga una movilidad adecuada. Esta articulación nos permite realizar actividades como caminar, subir o bajar escaleras, etc. Sin embargo, diferentes enfermedades o traumatismos pueden alterar su funcionalidad produciendo una articulación dolorosa, siendo cada vez más frecuentes las consultas y la consiguiente necesidad de una cirugía de reemplazo del tobillo.

¿En qué consiste el reemplazo total de tobillo?

El reemplazo articular o artroplastia, es un procedimiento en el que se cambia la articulación dañada por una articulación artificial, protésica (como las ya conocidas prótesis de cadera y rodilla). Los reemplazos articulares están indicados para aliviar el dolor del paciente, ayudarle a moverse con más facilidad, sentirse mejor y recuperar su nivel funcional y calidad de vida.

Esta cirugía se viene realizando hace años en todo el mundo, pero es a partir de la evolución de los nuevos implantes (tricompartimentales) que en los últimos 15 años ha desarrollado un aumento exponencial en su uso. Avalado por los resultados satisfactorios publicados por los centros más importantes de cirugía de pie y tobillo de todo el mundo.

¿Cuáles serían sus indicaciones?

Las indicaciones se basan principalmente en los síntomas de los pacientes. Nosotros operamos al paciente que viene con dolor o limitación funcional. Las dos enfermedades que causan la mayoría de estos cuadros son la artrosis postraumática (artrosis que sobreviene luego de una fractura de tobillo por ejemplo) y las enfermedades reumatológicas (ej: artritis reumatoidea) indicó el doctor Gastón Slullitel, médico traumatólogo, jefe del Equipo de Pie y Tobillo del Instituto Jaime Slullitel (IJS).

El modelo de prótesis de tobillo más utilizado en el mundo y el que usamos nosotros actualmente es el desarrollado por el profesor Dr. Hintermann (Liestal, Suiza) quien es el que más ha investigado cómo se genera la afección artrósica del tobillo (ej: cómo puede evolucionar un esguince grave de tobillo o una fractura de tobillo en una artrosis severa del mismo).

Obviamente que no todas las fracturas ni todos los esguinces derivan en artrosis pero existen ciertos tipos de lesiones que sí lo hacen. En Estados Unidos por ejemplo, se reportan 50.000 casos de artrosis de tobillo por año. (Saltzman, C.L., et al., Prospective controlled trial of total ankle replacement versus ankle fusion. Foot Ankle Int, 2009.)

La otra causa que frecuentemente afecta el tobillo y genera destrucción del cartílago articular son las enfermedades reumáticas, siendo la artritis reumatoidea la principal. Tanto una entidad como la otra producen desgaste o destrucción del cartílago. Recordemos que el cartílago es un tejido que una vez lesionado no vuelve a regenerarse con la misma calidad que el original, lo que genera irregularidades, fricción y deformación progresiva de la estructura articular generando los principales síntomas que son la limitación progresiva del rango de movilidad y el dolor.

Este sistema de prótesis diseñado por el Dr. Hintermann es tricompartimental (tres componentes) dos componentes de titanio y un inserto móvil que ayuda a disipar las fuerzas de torque y disminuye el desgaste del sistema (interfaz hueso-prótesis). Este inserto móvil fue el que mejoró la vida útil del implante al disipar la energía que se genera al dar un paso.

 “Operar pacientes con síntomas y no alteraciones radiológicas aisladas”.

Recuerdo que nuestro maestro el Dr. Migues (ex jefe del equipo de pie y tobillo del Hospital Italiano de Buenos Aires y actual director de este hospital) siempre nos decía “no hay que operar radiografías, hay que operar pacientes con síntomas”, hacía mucho hincapié en esta cuestión puesto que existen casos de pacientes que consultan con estudios en los cuales los resultados no son buenos pero están totalmente asintomáticos. Es por eso que el exhaustivo examen físico y el relato del paciente con dolor es lo que nos da la indicación a nosotros de que es necesario intervenir. Cuando el dolor junto con la limitación de las actividades diarias como caminar, agacharse, o inclusive cuando la dolencia persiste en reposo o no se alivia con la medicación analgésica o la terapia física, es probable que sea la hora de realizar una cirugía.

Así todo, encontrando pacientes con síntomas hay que agotar la instancia previa del tratamiento conservador ya sea bajar de peso, kinesiología y fisioterapia, uso de bastón para caminar y el uso de medicamentos (analgésicos, anti-inflamatorios o antirreumáticos según corresponda).

En caso en el que el dolor persista la indicación será de una cirugía, según afirmó el doctor Gastón Slullitel, en ciertos casos no se puede realizar un reemplazo protésico del tobillo y debe realizarse una artrodesis, que es la anulación de la movilidad definitiva de esa articulación. Es por esto que es de suma importancia que la evaluación, indicación y posteriormente la cirugía la realice un especialista en pie y tobillo en un centro de referencia puesto que son procedimientos en los que la experiencia y formación académica son fundamentales.

Antes de indicar el procedimiento de reemplazo de tobillo se debe explicar muy bien cuáles son las ventajas y desventajas del mismo, tanto así como que tipo de actividades deportivas o laborales están recomendadas realizar a posterior. Analizado lo último dicho, es el paciente el que tiene que evaluar su situación, su estilo de vida y determinar qué es lo que desea hacer en función de ello.

Manejo post-operatorio

Después de uno o dos días de internación el paciente es dado de alta y puede volver a su casa. Estará con la pierna operada en una ortesis rígida (bota de yeso o bota plástica tipo walker) al principio sin pisar y en base a los controles subsiguientes se le irá instruyendo para que comience a cargar peso de forma progresiva con el miembro operado.

Generalmente a la tercer o cuarta semana se comienza con un protocolo de rehabilitación específico que suele durar 1 o 2 meses según el caso. Así todo está descripto en la literatura científica que un 3 % de los pacientes podrían llegar a tardar hasta un año en mejorar completamente sus síntomas.

La mayoría de los pacientes al tercer mes comienzan a realizar una vida normal en ese momento es muy importante volver a recordarles cuáles son las actividades recomendadas y cuales son las que no puede realizar (como por ejemplo deportes de alto impacto).

Fuente: pieijs.com