El conflicto entre el campo y el gobierno que lleva ya casi 90 días, puso sobre el tapete algunos conceptos no usados con frecuencia por el ciudadano común, que se volvieron cotidianos en los discursos presidenciales. Entre ellos, los “pooles de siembra”, señalados por el gobierno nacional como la estrategia económica empleada por muchos inversores agrarios “para enriquecerse”.
Desde Roma, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, se refirió a las "ganancias inusitadas" de algunos sectores del campo y cuestionó los "movimientos especulativos de capital". "En la Argentina –dijo la mandataria–, un pequeño ahorrista de 16 mil dólares obtiene una renta del 30 por ciento en dólares cuando lo pone en un pool de siembra”.
Más allá de la demonización que el gobierno realiza de esta modalidad operativa, el pool de siembra es definidido por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) como “una colecta, una vaquita en la que juntan dinero entre todos y el organizador o empresa organizadora propone un plan de actividades de siembra. Y una vez armado, se lo ofrece a potenciales inversores”.
La tierra que se utiliza es de terceros y la contratación se realiza por medio del arrendamiento. Las labores son realizadas por contratistas de la zona y la comercialización se realiza a través de determinados acopiadores, industriales o exportadores.
El origen de los pooles verdes
Los llamados pooles de siembra empezaron a funcionar a principios de los noventa. Al principio fueron una respuesta de productores agropecuarios que querían ganar escala. Pero, después de una breve desaparición durante la crisis, el boom del campo transformó a los pooles en una alternativa cada vez más atrayente para el resto de los inversores. Incluso el gobernador del Chaco y vicepresidente del PJ, Jorge Capitanich, participó de la fundación de uno de esos negocios en su provincia en esa década, a pesar de que ahora sean su principal enemigo, según reconoció al diario Crítica.
“Pero hay que remarcar que la mayoría de los productores que integran la Federación Agraria Argentina (FAA) no forman parte de los grandes pooles de siembra, sino que son los que tratan de subsistir a pesar de las presiones fiscales y de los contratiempos climáticos, entre otros muchos inconvenientes que deben afrontar solos con su fuerza de trabajo”, explicó el director de Relaciones Internacionales de la FAA, Pedro Peretti, a Rosario3.com.
En los últimos años, se definió el marco legal de la actividad desarrollada a través de los pooles y su seguridad jurídica a través de la figura del fideicomiso. Del mismo, forman parte grandes capitales así como también inversores menores que están metidos en el negocio de la siembra de granos, entre ellos la soja.
Alquilan los campos, contratan seguros contra granizo y otras inclemencias climáticas, se proveen de los elementos técnicos necesarios, y una vez realizada la venta y la cosecha, distribuyen el dinero y se quedan con una ganancia. En consecuencia, en este tipo de operatoria, los dueños de la tierra ya no intervienen en el proceso productivo, sino que se limitan a poner la tierra. “Claro que el negocio de los pooles amenaza la actividad de los pequeños y medianos productores, que tenderían a desaparecer de a poco, sobre todo si no se les brinda desde el Estado la protección que necesitan”, dremarcó Peretti.
También se los halla responsables de concentrar la propiedad de la tierra y elevar su precio, dejando fuera del negocio a los productores más chicos, y de explotar a los contratistas y proveedores de servicios. Además, se los acusa de provocar perjuicios ecológicos, ya que el pool procura el cultivo más rentable, y esto suele no favorecer la tierra, a causa de la falta de rotación de los cultivos.
Desde Roma, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, se refirió a las "ganancias inusitadas" de algunos sectores del campo y cuestionó los "movimientos especulativos de capital". "En la Argentina –dijo la mandataria–, un pequeño ahorrista de 16 mil dólares obtiene una renta del 30 por ciento en dólares cuando lo pone en un pool de siembra”.
Más allá de la demonización que el gobierno realiza de esta modalidad operativa, el pool de siembra es definidido por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) como “una colecta, una vaquita en la que juntan dinero entre todos y el organizador o empresa organizadora propone un plan de actividades de siembra. Y una vez armado, se lo ofrece a potenciales inversores”.
La tierra que se utiliza es de terceros y la contratación se realiza por medio del arrendamiento. Las labores son realizadas por contratistas de la zona y la comercialización se realiza a través de determinados acopiadores, industriales o exportadores.
El origen de los pooles verdes
Los llamados pooles de siembra empezaron a funcionar a principios de los noventa. Al principio fueron una respuesta de productores agropecuarios que querían ganar escala. Pero, después de una breve desaparición durante la crisis, el boom del campo transformó a los pooles en una alternativa cada vez más atrayente para el resto de los inversores. Incluso el gobernador del Chaco y vicepresidente del PJ, Jorge Capitanich, participó de la fundación de uno de esos negocios en su provincia en esa década, a pesar de que ahora sean su principal enemigo, según reconoció al diario Crítica.
“Pero hay que remarcar que la mayoría de los productores que integran la Federación Agraria Argentina (FAA) no forman parte de los grandes pooles de siembra, sino que son los que tratan de subsistir a pesar de las presiones fiscales y de los contratiempos climáticos, entre otros muchos inconvenientes que deben afrontar solos con su fuerza de trabajo”, explicó el director de Relaciones Internacionales de la FAA, Pedro Peretti, a Rosario3.com.
En los últimos años, se definió el marco legal de la actividad desarrollada a través de los pooles y su seguridad jurídica a través de la figura del fideicomiso. Del mismo, forman parte grandes capitales así como también inversores menores que están metidos en el negocio de la siembra de granos, entre ellos la soja.
Alquilan los campos, contratan seguros contra granizo y otras inclemencias climáticas, se proveen de los elementos técnicos necesarios, y una vez realizada la venta y la cosecha, distribuyen el dinero y se quedan con una ganancia. En consecuencia, en este tipo de operatoria, los dueños de la tierra ya no intervienen en el proceso productivo, sino que se limitan a poner la tierra. “Claro que el negocio de los pooles amenaza la actividad de los pequeños y medianos productores, que tenderían a desaparecer de a poco, sobre todo si no se les brinda desde el Estado la protección que necesitan”, dremarcó Peretti.
También se los halla responsables de concentrar la propiedad de la tierra y elevar su precio, dejando fuera del negocio a los productores más chicos, y de explotar a los contratistas y proveedores de servicios. Además, se los acusa de provocar perjuicios ecológicos, ya que el pool procura el cultivo más rentable, y esto suele no favorecer la tierra, a causa de la falta de rotación de los cultivos.


