La historia de Rosario3.com como diario digital no empezó el 20 de julio de 2006 como algunos cuentan. Fue antes. Hay una prehistoria no escrita. Diría más: escondida. 

Durante dos meses existió un proceso de "números cero". Trabajar como si el medio ya estuviese activo, en nuestro caso online. Una práctica que cayó en el medio de un Mundial, el de Alemania.

La primera etapa de ese camino la hicimos con documentos escritos en Word que no se publicaban en ningún lado y a la "home" o portada la dibujábamos en un papel. Una carpeta oficio, un lápiz y el debate abierto: acá va tal nota, acá otra, esta lleva foto, esta no.

Redactábamos y nuestro editor Damián Schwarzstein ajustaba. Corregía pero también explicaba. Lo hacíamos en una oficina prestada o en un pasillo. Éramos una pequeña redacción itinerante. Así fuimos puliendo una forma de titular, de construir una bajada (sin punto final). Cuándo jugar un poco con la ironía, cuándo no. Un estilo, o algo que se le acercara. En esto estábamos cuando de pronto se escuchaba el grito: "Alerta gol". Fernanda Blasco, nuestra subeditora inaugural, corría a "actualizar" los partidos del Mundial en un sitio imaginario.

Compromiso con la actualidad, de eso se trata aún Rosario3.com. Eso no cambió pero sí muchas otras cosas. La dinámica laboral mutó con la irrupción de las redes sociales y el peso creciente de la imagen. Pero no sólo eso.

El primer diseño de Rosario3.com y el actual.

Esta Rosario de hoy no es la misma que aquella.

Los narcos y los sicarios eran propiedad de otros países o de las películas. Las denuncias por los vínculos de la Policía con el delito eran marginales y se llamaban "cajas negras". Los Monos estaban en el zoológico (y sólo para unos pocos eran una banda de zona sur que peleaba con Los Garompa). Pimpi Caminos y Pillín Bracamonte daban notas en programas de televisión negando violencia en las barras. Hugo Tognoli ni siquiera trabajaba en la ex Drogas Peligrosas.

Los temas fuertes de esos primeros pasos de Rosario3.com hoy serían de “color”. Como el porqué de los incendios recurrentes en las islas.

Allí está también –en un archivo disperso, una de las deudas de este medio- el anuario multimedia de 2009 para comparar el espesor de la agenda política y policial de entonces con la actual. 

La violencia en las calles de la ciudad no nació en esta década pero se multiplicó de una manera difícil de digerir. Pasamos de contar un crimen cada 4 días a uno cada 36 horas. Bastaba con el nombre de la víctima para recordar el caso y seguirlo. Hoy se apilan. Es cierto que el periodismo sirve para reflejar esas transformaciones, para pensarlas, pero la verdad es que sobrepasa. 

En esta década cubrimos también la granizada de 2006, la inundación de 2007, y otras tormentas intensas. Nada marcó tanto como la tragedia de calle Salta en agosto de 2013, con su continuidad en el Parque Independencia. Días después de la explosión que alcanzó y destruyó su departamento, Javier Di Napoli volvió a la redacción con un bolsito, un cepillo de dientes y sin hogar. Lo que escribimos, lo que contamos, también nos pasa.

Y aún aquellos temas que reaparecen cada año como un loop llegan con una particularidad. Se repiten de forma única.

Ya no hacemos Rosario3.com sobre papeles que nadie ve, ni la redacción es un pasillo; Twitter y Facebook se integraron al trabajo, pero seguimos contando noticias. Lo que pasa en el día. Y tratamos también de buscar buenas historias, distintas, aunque la corriente empuje hacia otro lado. Compartirlo rápido pero con cuidado, porque en la era de la velocidad a veces es mejor estar bien parado, como aquella carpeta oficio de los “números cero” que sobrevivió a esta década digital.