Hace algunos años Fernando de la Rúa ganó una elección presidencial teniendo como discurso, casi exclusivo, la crítica contra la gestión de Menem-Cavallo.

De la Rúa basó su campaña en diferenciarse una y otra vez de los diez años de fiesta menemista y de un plan económico que había dejado el país hundido por los negociados.

En los primeros días de 2003, Pablo Scarabino ganó las elecciones en el Club Atlético Rosario Central.

Durante la campaña, Scarabino repitió hasta el cansancio que llevaría a Tribunales a los que se habían servido de Central con ambiciones personales y se habían enriquecido.

Minutos después de consagrarse presidente, allá por agosto de 2003, les pegó muy duro a todos aquellos que en los últimos años habían encontrado en el club un lugar donde hacer negocios que dejaban ganancias para todos, menos para Central.

¿Cuál fue el motivo para que De la Rúa le diera el Ministerio de Economía al tipo al que había acusado de hundir al país en una fiesta que perjudicaba a muchos?

Pasaron algunos años y me pregunto cuál es el motivo para que Pablo Scarabino acepte como inversor (¿inventor?) a uno de los empresarios a los que apuntó como responsable de la caótica situación del club en 2003.

Mientras una canción repite en la radio la frase “tienen el poder y lo van a perder....”, un amigo me cuenta la relación entre captores y rehenes y como nació, en 1973, el Síndrome de Estocolmo.