La experiencia puedo sintetizarla con una anécdota que me relató un amigo luego de consultarle a un "gurú económico" qué podía hacer con su dinero. “¿Qué estás imaginando?” Fue la pregunta inicial del experto. Mi amigo rápidamente señaló unas posibilidades de inversión “bárbaras” que daban las laderas de montaña mendocinas. Siguieron unas 40 ó 50 preguntas, cada vez más puntuales del economista para las cuales mi amigo no tenía respuesta pero sí una conclusión que asaltó su mente: “Así hace plata cualquiera”.

Algo parecido puede concluirse luego de la presentación del modus operandi de Durán Barba. Es que detrás del “gurú” hay mucho trabajo teórico y empírico. Hay un manejo riguroso de las técnicas de investigación cuanti y cualitativas. Fuerte inversión del cliente en focus groups y encuestas antes de entrar al diseño de una estrategia. Durán remarca, cada vez que puede, que en aquellos países en los que no hay buena investigación en base a encuestas no se compromete a alcanzar un resultado.

Está claro: la técnica sin teoría y la teoría sin perspicacia no producirían los resultados más impactantes del consultor ecuatoriano. Vamos por partes.

En su mapa conceptual, Durán Barba tiene como eje central un enorme cambio producido en las sociedades latinoamericanas, signado por la irrupción de nuevas tecnologías, la libertad de las mujeres y el debilitamiento general de las autoridades de todo rango y escala. Esto produjo, según sus observaciones, un “nuevo elector latinoamericano” que es más independiente, urbano, laico, educado, económicamente libre, informado y sexualmente más liberado que el de cualquier época anterior. Esta diversidad de niveles de cambio vuelve al elector mucho más demandante sobre la política, y a su vez, sus demandas son múltiples.

Vuelta a la técnica: esa demanda más extensa, intensa y múltiple es inabordable sin métodos de investigación de opinión pública.

 Por último, la perspicacia. Durán insiste en que no hay “secretos”, sí tiene algunas intuiciones sobre las experiencias que forman a un consultor con perspectivas de éxito: dedicarse exclusivamente a la política, trabajar en varios países, porque enriquece las visiones y permite participar simultáneamente en más de una elección. Sin embargo, como ratifica uno de sus principales colaboradores, Rodrigo Lugones, “un consultor se forma, como cualquier otra profesión, en los claustros académicos”.