El abanico de gestos que manejan los recién nacidos es tan pequeño que puede resultar un jeroglífico incluso para los padres más avezados, incapaces de distinguir entre unos simples gases o dolor real.

Un software de reconocimiento facial capaz de determinar el grado de dolor que experimentan los bebés podría convertirse en una herramienta crucial en las salas de cuidados intensivos para los recién nacidos.

Esta tecnología sale en ayuda no de los padres sino de los hospitales, con un sistema que podría ayudar a eliminar o al menos reducir la subjetividad a la hora de traducir estos gestos.

De ser exitoso, este software ayudaría a determinar si los bebés ingresados en las unidades de cuidados intensivos se encuentran en peligro, señala Sheryl Brahnam, de la Universidad de Misuri en Springfield, en un artículo publicado esta semana en el "Technology Review" del Massachusetts Institute of Technology (MIT).

En la actualidad, los médicos utilizan escalas de dolor que tienen en cuenta factores como la postura del niño, la presión arterial y también la expresión facial, pero esto implica un alto grado de subjetividad.

El sistema elaborado por Brahnam, llamado Clasificación de Expresiones de Dolor –o COPE–, utiliza técnicas de reconocimiento facial para examinar las características de las expresiones faciales de los pequeños, desde los característicos pucheros hasta el ceño fruncido.

En qué consiste el sistema
El sistema se basa en un algoritmo extraído a partir de una base de datos con 204 imágenes de 26 bebés.
De estas 204 fotografías, 60 muestran niños que experimentan dolor, ya que se trata de fotos tomadas cuando les pinchaban el talón para extraer sangre, un procedimiento que se utiliza rutinariamente en los hospitales y al que se reconoce como doloroso.

El resto de las imágenes se tomaron cuando las criaturas tenían expresiones faciales similares pero esta vez no habían sido pinchados sino sometidos a estímulos leves como un soplo en la cara.

La investigación muestra que el sistema acierta en el 90 por ciento de los casos, lo cual es "admirable, ya que las expresiones de la cara son muy parecidas", indica Brahnam.

A pesar de ello, la investigadora reconoce que todavía queda un largo camino para utilizar este sistema en un entorno clínico.