El viernes pasado Nilda, una vecina de Fisherton, llamó asustada a Radio 2 porque desde la ventana vio una serpiente que rodeaba su pileta. No era otra que “Ella”, la boa vizcachera de Carla, otra vecina del barrio, quien hace ocho años la sumó a su familia y la convirtió en un miembro más. Ese día, el ofidio tuvo un final abrupto ya que Manuel, el esposo de Nilda, al escuchar por la 1230 lo que sucedía en su casa, regresó desde el trabajo al hogar y la mató. Una historia de peleas entre vecinos detrás del final de la serpiente.

“Sabían que era mía. Era la mascota de mis hijos”, se quejó Carla en contacto con Radiópolis, el programa de Radio 2. La mujer, contó que la había adoptado ocho años atrás, cuando en la exhibición de reptiles “Animal Planet” se topó con un empleado de este zoológico itinerante que había decidido mudarse al sur pero no sabía qué hacer con la serpiente, recién nacida.

Profesora de Ciencias Naturales, Carla se ofreció entonces, a hacerse cargo del ofidio, una lampalagua de la familia de las boas constrictoras occidentales, también llamada boa vizcachera.

“Me interioricé en la especie y me hice cargo. Es inofensiva, de hábitos mansos. No es venenosa. Teniendo tres hijos no iba a meter a un animal peligroso”, señaló y apuntó que cuando la llevó a su casa se tomó el trabajo de avisar a sus vecinos sobre su particular mascota para que en caso de que se escapara, no entraran en pánico, y se contactaran con ella directamente.

Pero eso no fue lo que sucedió el viernes pasado. De acuerdo a lo expuesto por Carla, Nilda sabía de Ella, incluso desde su patio lindero, veía cómo la sacaba a tomar sol. Es por eso y por el fatal destino del animal que Carla decidió denunciar el hecho ante la Policía.

Sin embargo, según Manuel –consultado por Rosario3.com–, su esposa no estaba enterada de la existencia tan cercana de la boa vizcachera. El hombre justificó que, ante el susto de ver tamaño animal reptando en su césped, la mató y desmintió que, como sostiene Carla, se haya rehusado a entregarle el cuerpo.

Por otra parte, indicó que desde Control de Vectores de la Provincia, se comunicaron con él y se llevaron la serpiente para preservarla.

Pero Carla y sus hijos la quieren de vuelta para darle entierro en su jardín, “como a cualquier mascota”. “Que no nos guste algo no significa que sea malo”, ponderó Carla en referencia al aspecto feroz de la fallecida Ella, quien sin embargo, según su dueña, era inofensiva.

Con todo, detrás de historia subyacen muchas otras sobre diferencias entre vecinos. Carla contó que el barrio padece cada Navidad las prácticas de Manuel con su revólver y que Ella no fue la única mascota que perdió la vida a sus manos.

Sin embargo Manuel negó todo. Aunque lamentó que los niños de Carla hayan perdido a su compañera, defendió su accionar. Según remarcó, vio la serpiente de casi dos metros reptando cerca de su pileta, se asustó y la ejecutó.