Vergonha. Así se dice vergüenza en portugués. Es lo que pasó este martes la selección de Brasil, derrotada, goleada, humillada en su Mundial por Alemania, que no tuvo contemplación de un equipo diezmado por dos bajas sensibles y de arranque lo castigó con una sucesión de golpes (cinco en media hora) que terminaron en un tremendo 7-1 en Belo Horizonte. Los europeos están otra vez en una final.

Las ausencias de Neymar, máxima figura del equipo, y Thiago Silva, el capitán, hacían que no pocos pronosticaran el final del camino del local hacia el pretendido hexacampeonato. Pero nadie preveía que eso se plasmara con una paliza histórica como la que se vio en el Mineirao.

El mundo entero quedó tan atónito como los propios jugadores brasileños mientras veía cómo los germanos, en el primer tiempo, eran una máquina que llegaba una y otra vez contra el arco de Julio César. Y la pelota terminaba siempre adentro. El 1-0 fue a los 10 minutos (Thomas Müller).

Y siguió: 2-0 en 22 (Miroslav Klose, récord absoluto en Mundiales), 3-0 en 25 (Toni Kroos), 4-0 en 25 (otra vez Kroos) y un increíble 5-0 (Sami Khedira) en sólo 28 minutos de juego.

Como si fuera poco, en el segundo tiempo entró André Schürrle y le clavó otros dos. El descuento de Oscar sólo sirvió para la anécdota y el público brasileño terminó aplaudiendo a los alemanes.

El equipo de Joachim Low espera, agrandadísimo, en la final del Mundial, que será el domingo en el Maracaná de Río de Janeiro. Argentina buscará el otro lugar este miércoles, ante Holanda.