Este 28 de junio se cumplen 40 años del hecho histórico más importante del siglo XX para el movimiento por los derechos de lesbianas, gays y trans (LGTB) mundial: el inicio de la segunda etapa del mismo ya que la primera etapa fue cuando se alzaron las primeras voces en el mundo y en la historia en las que los homosexuales hablaban y los pioneros fueron los alemanes allá hacia el final del Siglo XIX con Karl Ulrichs y Magnus Hirschfeld, entre otros.
Pero ese 28 de junio de 1969 fue un día distinto para un barrio de la ciudad de New York, el Village porque en uno de los bares del barrio el Stonewall se reunían como siempre lesbianas , gays y trans, el tema de conversación de ese día era la muerte de uno de los iconos más queridos del colectivo LGTB hasta que de pronto y como siempre irrumpió la policía para hacer una redada como lo muestra al comienzo de la película “Milk”. Pero en esta oportunidad en vez de subir a los vehículos policiales, una trans se resistió arrojando la primera botella, le siguieron las otras trans, a ellos se le unió el resto de lesbianas y gays, generando una feroz resistencia. Luego, todos los habitantes del barrio donde para esa época vivían hippies resistentes a la guerra de Vietnam, también integrantes del movimiento por los derechos de los afroamericanos , intelectuales y artistas. Eran los años sesenta.
Al fin y al cabo la resistencia duró varios días. A partir de allí nada fue lo mismo: comenzaron a aparecer más organizaciones que luchaban por los derechos del colectivo LGTB cuyo foco principal se instaló en San Francisco y de allí al mundo embanderándolo con los colores del arco iris. Y también nacieron las Marchas del Orgullo iguales a las que se hace en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde la década de los 90 y también en nuestra ciudad de Rosario desde hace dos años.
¿Pero por qué se tiene que llamar marcha del “orgullo”? ¿Orgullo de qué? Dicen algunas personas de todo tipo más allá de su orientación sexual y más allá también de las buenas y malas intenciones.
Y nosotros y nosotras les contestamos: nuestra marcha consiste en decir sencillamente que manifestamos nuestro derecho a ser lo que somos sin tener que esconderse, las personas que vienen a la marcha han estado casi todas obligadas durante una buena parte de su vida a disimular su orientación sexual y a vivir en la vergüenza , hasta que un buen día hemos dicho ¡basta! Es un momento de liberación personal, pero este gesto es muy difícil de realizar individualmente, es la visibilidad colectiva lo que la hace posible.
Por eso la importancia de este día que todos y todas celebramos cada año en Rosario y alrededor del mundo en una fiesta que es política donde nos manifestamos y nos afirmamos cada uno de nosotros y nosotras, es una especie de puesta en escena simbólica de esta visibilidad y cuanto más visibles seamos será mejor para todos también algunos cuando ven las imágenes de las marchas del orgullo aquí o en cualquier parte del mundo, se escandalizan de ver carrozas, gente con trajes llamativos o con poca ropa, y condenan esto por exhibicionismo. Y esto es doloroso escucharlo. Es como que gays, lesbianas y trans estamos obligados siempre a justificar la imagen que damos o estar bajo la lupa y la observación , mientras que se calla ante algunos programas de televisión porteños de mucho raiting donde hay personas supuestamente heterosexuales bailando con muy poca ropa y escenas de erotismo para dar un ejemplo de los miles que hay en los medios de comunicación y nadie dice nada ni se escandaliza.
Lesbianas, gays y trans han sido representados durante décadas en el cine, en revistas , periódicos y la televisión casi siempre por no decir siempre como ridículos, patéticos, cobardes , afeminados, machonas, etc., pero ante esto nadie se enoja ni se indigna, pero cuando el colectivo LGTB desfila por la calle, se le reprocha que den una mala imagen de sí mismo.
De lo expuesto se puede dar como conclusión que la única buena imagen que lesbianas, gays y trans pueden dar de sí mismos es la imagen de la lesbiana, gay y trans que se esconde, se calla y dice gracias cuando es insultado y ridiculizado. Pero venimos a decir aquí que esa época ya se ha terminado. El colectivo LGTB ya no se esconderá, ni se callará , ni dará las gracias a quienes lo insulte y dará las imágenes de sí mismo que le dé la gana dar.
Y dado que estas imágenes son evidentemente plurales, diversas y cambiantes, hay muchas que no gustarán a todo el mundo y, por otra parte, que tampoco gustarán a todos y todas lesbianas, gays y trans ya que cada uno de ellos y ellas frecuentemente piensan que la única manera de vivir la homosexualidad es la suya, pero que le vamos hacer la diversidad y pluralidad existe! Y eso es lo que hay. Nadie, pero nadie tiene el derecho de decirnos ahora cómo debemos vestir, ni qué debemos hacer respetando obviamente el derecho a los demás ni tampoco decretar lo que sería la “buena imagen” de la homosexualidad.
Por eso las marchas, por esos marchamos y también para comenzar o terminar de derrumbar los mitos y prejuicios que la sociedad aún mantiene sobre la diversidad sexual, mejor también porque materializará algo abstracto que aparece en los medios de comunicación donde se habla del colectivo LGTB de Rosario y siempre se ve a una o dos personas en los medios como portavoces, mejor para nuestra sociedad rosarina porque la mostrará ante el mundo cómo es en realidad una ciudad donde la diversidad y pluralidad tienen cabida.


