La muerte de Paul Walker, cuando estaba en plena filmación de su última película Rápido y Furioso 7, obligó al director del film, Peter Jackson, a recurrir a diversos trucos para resolver el fin del rodaje.

Según relata la BBC, se usaron varias técnicas para poder llevar a cabo el "reemplazo". El primero fue que hasta los hermanos de Walker se prestaron a hacer algunas escenas como dobles (al momento de la muerte, la película se había filmado por la mitad), aprovechando la contextura física similar en relación al actor.

También se usaron escenas de películas anteriores que quedaron descartadas en la edición final. La tercera –y más costosa– fue el uso de efectos especiales, a través de una técnica conocida como CGI (por computer-generated imaginery).

Simplemente, se utiliza una persona de contextura física similar (como los hermanos de Walker) y se filman las escenas con él. Luego, gracias a la CGI, se reemplaza el rostro de la persona real y se la reemplaza por aquel que se quiere "traer a la vida". Una especie de Photoshop móvil.

Aplicar esta técnica implicó incrementar considerablemente el presupuesto de la película, explicó la BBC. De un costo inicial estimado en 200 millones de dólares, se debieron sumar otros U$S 50 millones, por el uso de estos efectos especiales.