El anuncio del presidente Alberto Fernández para Rosario contiene una certeza y una incógnita. La certeza es que es tardío; la incógnita es saber si alcanzará para bajar los niveles de violencia que manchan de rojo la agenda diaria de la ciudad desde hace más de una década, un problema que hasta acá nada ni nadie logró solucionar. 

Según Alberto Fernández, en esta primera etapa se intentará llegar a 1.400 efectivos de fuerzas federales en Rosario, para tratar de “poner orden” en las calles dominadas por el narcotráfico, la violencia y las muertes. 

Si bien no hay confirmación sobre qué pasará en lo inmediato, este lunes, después de la pueblada en Empalme Graneros por el crimen del niño de 11 años, se pidió que Gendarmería ponga en alerta al Destacamento Móvil 1 de Buenos Aires y al 3 de Córdoba, ante la posibilidad concreta de enviar tropas a Rosario

Si bien el ministro de Seguridad Aníbal Fernández aseguró que eran más de 3 mil los gendarmes trabajando en Rosario, al día de hoy no llegarían a 800.

El otro gran tema son los recursos con los que cuentan esos efectivos federales y en qué marco deben cumplir sus funciones. En su gran mayoría trabajan a pie, sin vehículos. En medio de sus recorridos, muchos piden que les presten un baño ya que no cuentan en los barrios más calientes con un lugar donde hacer un alto durante los rondines o cuadrículas, como suelen llamar a su accionar en las calles.

Las instalaciones de Gendarmería tienen un marcado sello de desinversion, ya que muchas de las unidades que se utilizaban para hacer recorridas o eventuales persecuciones están en desuso en el predio del Destacamento Móvil 2, como puede apreciarse en el video que acompaña esta nota. 

Allí se pueden encontrar motos o las últimas camionetas adquiridas entre 2014 y 2017, Ford Ranger y Volkswagen Amarok, las cuales esperan por arreglos en los embragues o la compra de cubiertas, tapadas de polvo y de excremento de pájaros.

Los micros que trasladan al personal de Gendarmería, en su mayoría, están fuera de servicio por no contar con aire acondicionado o no poseer la verificación técnica vehicular. El grueso de los micros son los de color verde y el que se utiliza para traslado de personal es de color blanco, que es el ánico que se encuentra en condiciones de circular. 

El otro déficit es la famosa “unidad de despliegue rápido”, espacio que debería haber sido inaugurado en marzo de 2022 y a un año es una unidad de escaso y lento despliegue. La idea original era que el lugar fuera una base de Gendarmería en la zona oeste y de ahí poder tener mayor capacidad de movimiento hacia otras barriadas de Rosario, para no depender de la unidad de zona sur. 

Archivo Alan Monzón/Rosario3

Sin embargo, hoy todos los efectivos que prestan servicios en la zona de Circunvalación y Jorge Newbery deben ir al destacamento de San Martín y Rueda para retirar los chalecos y el armamento

El predio, que fue inaugurado de manera precaria en tres oportunidades, no tiene el cerco en la totalidad de su perímetro y no es un lugar seguro. Por esta razón, se hace imposible que tenga una sala de armas donde guardar chalecos y armamento reglamentario.

Muchos de los contenedores que se instalaron estaban pensados para colocar camas para el personal afectado a largas horas de guardia, pero no llegaron nunca. Los gendarmes también deben pagar sus uniformes. La última provisión de ropa fue en 2015 y por cada camisa, pantalón y borseguíes, deben abonar como mínimo 65 mil pesos.

Archivo Alan Monzón/Rosario3

La comunicación de las Fuerzas Federales y la Policia de Santa Fe también es una piedra en el zapato. El intento más reciente por unificar el trabajo y hasta la posibilidad de tener una frecuencia común la encabezo el actual ministro de Seguridad, Claudio Briilloni, aunque encontró reticencia de parte de la Policia local.

En definitiva, hoy Gendarmería es una estructura obsoleta que resiste para conservar arcaicas costumbres y viejos vicios.

De nada sirve si las fuerzas federales que anunció el presidente al poco tiempo de estar en la ciudad caen en el olivido y la desinversión, como le pasó a la Gendarmería. Si no llegan con tecnología, equipamiento, inversión y personal formado, solo serán palabras que chocarán contra el abandono, hasta un próximo anuncio.