Las internas están al rojo vivo tanto en el peronismo como en el arco opositor. Pero con una diferencia. Juntos por el Cambio ya tiene resuelta su arquitectura, está claro que habrá competencia interna como mínimo entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. La disputa, por momentos feroz, se centra en el armado hacia abajo: cuántas fichas acumula cada uno para la batalla en las urnas.

El peronismo está unos cuantos pasos más atrás. No solo no tiene precandidatos definidos sino que a 6 días del cierre de listas está enfrascado en una guerra sin cuartel: por un lado Cristina y Massa, que juegan a fondo para imponer una lista única; por el otro buena parte del gobierno nacional, que puja para que haya más de un candidato. En el medio, un grupo de gobernadores reclamó lista de unidad, sin aclarar debidamente si lista de unidad es lo mismo que lista única, como impulsan la vicepresidenta y el ministro de Economía.

Como parte de esa contienda, Cristina y Massa sepultaron el Frente de Todos y dieron nacimiento a Unión por la Patria. La nueva marca electoral remoza la fachada de una propuesta que puertas adentro no trae aparejada ninguna novedad. La intención es hundir a pique el Frente de Todos y con él todo lo que salió mal en el actual gobierno, para así tener las manos libres para salir a vender un futuro venturoso a su electorado. La inquietud es si el pasivo de la gestión muere con la marca Frente de Todos o si forma parte del capital inicial de Unión por la Patria.

Es pertinente la pregunta cuando se ve de qué se trata. Unión por la Patria no se justifica en la ampliación del espacio, incorporación de partidos o dirigentes, sino en la necesidad de un restyling de lo que no funcionó. En 2019 los socios fundadores de Cambiemos hicieron lo propio ante el desgaste al que los malos resultados del gobierno de Macri habían sometido a la marca. Con la excusa de la incorporación del peronista Miguel Pichetto, mutaron a Juntos por el Cambio.

La pelea en la cima de Unión por la Patria tiene en vilo a los peronismos provinciales, que con la cuenta regresiva apurándolos, no tienen idea de si habrá uno, dos o tres candidatos presidenciales. Y por lo tanto campea un desconcierto mayúsculo sobre cómo armar las listas de diputados nacionales. 

Por ejemplo en Santa Fe, donde se venía hablando de la posibilidad de una lista única, a la hora de inscribir las alianzas se redactó un reglamento que permite que, si efectivamente se alcanza un acuerdo para una misma nómina, ésta pueda ir pegada con todos los candidatos a presidente que haya. Después habrá que ver si los precandidatos a la presidencia aceptan llevar la misma lista que sus adversarios. Ese es otro cantar.

En las últimas horas el cristinismo y el massismo someten a extrema presión a Daniel Scioli y a quienes lo apuntalan, ergo el presidente de la Nación, para que decline su pretensión de competir. En la misma situación está Agustín Rossi. La diferencia es que mientras el santafesino dejó sujeta su candidatura a una serie de variantes, el exgobernador de Buenos Aires avisó que no se baja ni que le exijan tener los dos brazos. 

Cuando el cristinismo entendió que Scioli hablaba en serio y que hará todo lo que está a su alcance para sostenerse en carrera, entonces Máximo Kirchner accionó el dispositivo de poder partidario en provincia de Buenos Aires donde impuso un reglamento con duras condiciones para el que pierda la interna, un piso de 30% de los votos para entrar en el reparto (en Santa Fe es 10%) y que perjudica y complica el armado al exmotonauta. Es decir, si a nivel nacional se alcanzó un acuerdo razonable, se la complicaron mal en la principal provincia del país. 

Hasta el 24 a la medianoche no habrá respiro. La filtración, aparentemente por el gobierno de La Rioja, de que el presidente en persona había llamado a una dirigente de esa provincia para que encabece la lista de senadores nacionales de Scioli, compone la escena del acto final de esta etapa: una batalla electoral a toda orquesta, con el presidente, la vice y el ministro de Economía enfrentados en las urnas.

¿Qué discuten?

 

El debate lista única o internas puede resultar interminable. De ambos lados hay argumentos atendibles a favor y en contra. “A Sergio Massa lo fueron a buscar para que se tire arriba la granada a punto de explotar, se hizo cargo de este fierro caliente y ahora le objetan la chance de ser candidato. Qué otro mejor, con los contactos, la visión, la energía de Sergio. Ir a una interna es un riesgo enorme, porque si el más votado del peronismo se ubica tercero o cuarto, al día siguiente tenés una corrida como le pasó a Macri. Lo van a dar por perdido al oficialismo y van a querer que el ajuste lo haga el peronismo”, se queja un massista santafesino. 

“Hay que ir a interna para sumar a todos, la lista única es una locura, es porque están pensando en perder y juntar diputados para armar un bloque de poder en el Congreso”, sostiene otro santafesino con un rol institucional importante que cree que las primarias son una herramienta que fortalece.

Sin embargo, por el camino que van las cosas empieza a parecer más una discusión por poder que una elección de estrategia electoral.

Las intenciones son bastante diáfanas. Alberto Fernández y sus leales no están contemplados en el futuro de Unión por la Patria que pergeñan Cristina y Massa. Por lo tanto tiene que hacerse él el lugar. 

La vicepresidenta y el ministro de Economía preparan un tránsito electoral con intereses concordantes, ya sea para una hipotética victoria como para el más probable escenario de la derrota. Apuestan a desprenderse de todo lo que huela a albertismo. Sí reconocen a los gobernadores peronistas como un factor de poder geográfico, que no compromete ni se superpone con su camino. Por el contrario, se complementan mientras jueguen como hasta ahora: celosos caciques de sus territorios pero sin ambiciones nacionales. Se verá en las próximas horas y días si algo cambia con el amague del tucumano Juan Manzur de meterse él también en la disputa presidencial.

En definitiva, Cristina y Massa apuestan a concentrar en sus manos un bloque de poder en el Congreso y la provincia de Buenos Aires en caso de derrota. Piensan en ganar, pero también en ser los administradores de la derrota si ese es el final de esta historia.

En Santa Fe

Mientras desde el PJ bonaerense Máximo lanzaba misiles contra el presidente y sus principales funcionarios, en Santa Fe el peronismo preparó una foto con todos los precandidatos a la gobernación. No pudieron sintetizar propuestas, pero al menos pueden juntarse para una foto conjunta convocada desde la presidencia del partido. 

Claramente la oposición santafesina no puede mostrar algo similar mientras Losada y Pullaro mantienen el enfrentamiento. De todos modos esa foto tuvo sus curiosidades.

La primera es la ausencia del gobernador Perotti y de sus principales espadas políticas. La explicación podría ser que la foto con Marcelo Lewandowski, Leandro Busatto, Marcos Cleri y Eduardo Toniolli no le suma nada a su capital político. La otra es que los cuatro se diferencian del mandatario y su gestión, entonces tampoco tenía mucho sentido. Ni siquiera Lewandowski que es socio de Perotti en esta etapa quiere aparecer como el candidato del gobernador.

La foto en sí fue pensada para contrastar con el enfrentamiento descarnado en el que está inmerso la alianza opositora. A la vez fue una foto, una señal que a todos les sirve a sus intereses proselitistas. Probablemente el más beneficiado es el que encabeza la intención de voto en la interna, porque lo que también ocurrió el viernes es que todos se comprometieron a acompañar al que gana.

En el frente opositor reinaba el desánimo entre los referentes partidarios que miran y no pueden creer cómo se les fue de las manos la disputa de Carolina Losada y Maximiliano Pullaro.

Ambos pelean como si el que perdiese se fuera a quedar sin nada, Y para colmo hay un convencimiento de que la elección entre Losada y Pullaro se define con pocos puntos de diferencia a favor de uno u otro.

El presidente de Foro de Intendentes y Presidentes Comunales de la UCR, Horacio Ciancio, lo describió con cierto dramatismo: “Estamos con dificultades para pagar sueldos y aguinaldos, nos asfixia el gobierno provincial, estamos cada uno de nosotros haciendo todo para ganar… y ustedes están tomando champán en la cubierta Titanic”.

En la misma línea que el jefe comunal de San Jerónimo Sud se expresó Martín Lousteau, líder de Evolución Radical. En defensa de Pullaro, calificó como “una vergüenza lo que está haciendo Carolina Losada” en relación a las acusaciones de la precandidata. “No es sólo Pullaro, son 190 intendentes y presidentes comunales que están trabajando por esto”, marcó. 

Además de Losteau, también Patricia Bullrich metió bocadillo en la interna santafesina. Apoyó explícitamente a Losada y en el reportaje en Canal 3 con Sergio Roullier tomó cosas que la senadora había dicho la semana anterior de Pullaro de forma brutal y en tono incriminatorio, y las puso en un tono más bien descriptivo, diferenciador, quizás marcándole un camino a la novel precandidata local. Quien diría; Patricia, la moderada. 

Una perlita: Bullrich, que ha pasado por gobiernos y cargos de todos los colores y ahora pelea por la presidencia, elogia a Losada porque llega sin ataduras de ningún tipo. Por el otro lado se vanagloria de haber bajado el delito en Santa Fe durante sus cuatro años como ministra de Seguridad de Macri, pero cuestiona la labor de quien era el responsable de la seguridad en la provincia en ese mismo periodo.

En el radicalismo santafesino hay terror al 17 de julio, es decir el día después de las Paso. Nadie puede imaginar cómo juntar ambas partes a trabajar para ganar la provincia después de las cosas que pasaron en estas dos semanas y las cosas que la senadora dijo y la campaña en contra en redes que le atribuye al exministro de Seguridad.

Unidos por la Patria nació en medio de la pelea sin cuartel entre el cristinismo y el presidente por bajar a Scioli y Rossi. Bullrich y Rodríguez Larreta hace meses que con sus acciones contradicen el nombre Juntos por el Cambio. Y ni hablar de Unidos para Cambiar Santa Fe, donde por el enfrentamiento entre dos de sus contendientes sería más apropiado Peleados para Cambiar Santa Fe. En definitiva, es notable la disociación entre esos títulos rimbombantes y las acciones diarias que los contradicen. A partir del 24 de junio quizás la distancia retórica sea menor.