Entre garabatos y sellos, todos los presentes en el Instituto Médico Legal (IML) de Rosario entre las 17 y las 23.30 del lunes, cuando se hizo la autopsia al cuerpo de Carlos Orellano, ratificaron su conformidad con el proceso allí desarrollado. Lo muestra un informe de Telenoche (El Tres) sobre un acta que abarca la tomografía computada en el hospital Eva Perón y los estudios bajo el protocolo de Minnesota, incluidas las 30 muestras biológicas para estudios complementarios. Sin embargo, y a la espera de un informe oficial final, las partes difieren en sus conclusiones.

Una es neutral, por ser la de los forenses oficiales designados. Es la del propio IML. La directora, Alicia Cadierno, que firmó que "es muy aventurado decir que exista alguna lesión que pueda estar vinculado con el fenómeno muerte", que "no existen fracturas óseas de ninguna índole" y que "heridas de arma blanca o de fuego están descartadas".

Prefirió esperar estudios complementarios para establecer si respiró o no en el agua. Pero quedó claro: por ahora no obtuvo elementos para respaldar una hipótesis de una brutal golpiza de patovicas de Ming. Eso no quita en absoluto que más adelante puedan surgir nuevos testimonios, imágenes de cámaras o relatos en los celulares secuestrados.

Sin embargo, el padre de la víctima, Edgardo Orellano, asesorado por el abogado Salvador Vera y la perito de parte Virginia Creimer, aseguró este martes que el cadáver "tenía golpes en la cabeza y ni una gota de agua" en los pulmones y el estómago, para argumentar así su postura de que lo tiraron sin vida al río Paraná.

"Lo mataron en el boliche, esperaron que se vayan todos y después lo tiraron al agua", aseveró Orellano, que lucha por saber la verdad. En ese camino, la Fiscalía hasta el permitió estar cuando sacaban el cuerpo del Paraná. Y recibió el respaldo directo del presidente Alberto Fernández cuando vino a Rosario y lo recibió acompañado por el gobernador Omar Perotti y su vice Alejandra Rodenas.

Pero mientras el fiscal Patricio Saldutti aguarda el informe final, la familia de la víctima se mostró distanciada de la impronta de los forenses oficiales, cuya participación no fue formalmente objetada antes. Entonces, en Fiscalía, donde investigan a patovicas y policías pero sin elementos para imputar o detener, prefieren el silencio y la prudencia.

"Toman vital relevancia los estudios que se harán sobre las muestras biológicas que se extrajeron", explicó un vocero del Ministerio Público de la Acusación.

La perito que también firmó

 

Pero la que fue mucho más allá de las sospechas del padre fue la perito de parte Virginia Creimer. Ante sus colegas médicos, técnicos y autoridades judiciales no planteó más que una objeción menor. Afuera, habló en una radio: "Lo que pasó en esta autopsia es vergonzoso en todo momento", disparó. Y señaló: "Hay una suerte de connivencia entre el IML y la Fiscalía y ahora, por primera vez, lo veo entre los jueces".

Creimer lo dijo por Nicolás Foppiani, el magistrado que horas antes había autorizado la presencia de su equipo: Samanta Navarro (Escribiente), Camila Moradillo (fotógrafa) y Felicitas Piñero (Técnica en Criminalística). Las cuatro se mostraron sonrientes en redes sociales con los guardapolvos verdes que les proveyó como gentileza el IML y donde mencionaron la cuenta de un emprendimiento: una consultora pericial.

La imagen contrasta con lo que le transmitieron después al padre que habla desde el dolor y la necesidad de una respuesta que sólo le puede y debe dar la Justicia. "A la perito de parte la maltrataron, la chicanearon; es grave todo lo que pasó", sostuvo.

Foppiani sí le negó a Creimer, con lógica, que como parte interesada intervenga con un bisturí. En lo jurídico se amparó en el artículo 187 del Código Procesal Penal de Santa Fe. En el sentido común no resistía el menor análisis: sólo hay que preguntarse qué hubiera pasado si solicitaba tocar el cuerpo de "Bocacha" el perito cordobés puesto por los dueños de Ming, los empresarios Carlos Bergaglio y Guillermo Woelflin.

Mientras tanto, y en el lapso de las cinco horas que duró la necropsia, sólo hubo un planteo y quedó registrado: Creimer se opuso a que el cirujano cordobés Mario Vignolo, justamente el de Ming, use su celular para tomar fotos. Ante ello, el juez resolvió admitir el uso de su móvil personal bajo el argumento de "igualdad de armas": previamente había autorizado la presencia de la fotógrafa del equipo de la otra parte.

Cuentan además los presentes que Vignolo no anduvo con vueltas ni mucho glamour: explicó que su teléfono no tenía capacidad de almacenamiento y mostró que enviaba el material a un contacto agendado como "Otro yo". Es decir, supuestamente se las mandaba a sí mismo.

Resuelto ello, la autopsia siguió. Distintas fuentes sostuvieron que fue con "total normalidad y cordialidad". Con más de 20 personas en la sala central entre médicos, auxiliares, radiólogos, técnicos de la Policía Federal, evisceradores y demás, los estudios concluyeron cerca de la medianoche, cuando todos firmaron el acta. Incluidos la perito Creimer y el abogado querellante Salvador Vera, que permaneció en un auditorio junto al fiscal Saldutti y el juez Foppiani. Los tres siguieron el acto mediante un circuito cerrado de audio y video.

No hubo otros incidentes registrados en el acta, que todos ratificaron entre garabatos y sellos. Aunque afuera dijeron lo contrario. Y anticipan un escenario de confrontación que tendrá en el medio a los familiares y amigos de Orellano, los que encabezan una lucha noble por una respuesta.