La trama que rodea el plan de extracción del preso Gabriel Encina cuando este era atendido en el Hospital Provincial, y el posterior asesinato del policía Leoncio Bermúdez, comenzó a conocerse con la imputación de dos presos de la cárcel de Piñero y del sindicado autor material del crimen.

Hay un sospechoso identificado que está prófugo. Aunque parezca mentira, el 15 de diciembre pasado lo detuvieron por un robo violento en la zona oeste, pero escapó de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros tres días después, el mismo día que surgieron indicios de su participación en el asesinato del uniformado cometido el 14 de noviembre.

La investigación de la fiscal Gisela Paolicelli y la División Homicidios identificó a dos internos del pabellón 9 –donde está alojado Lencina– como quienes consiguieron, por medio de teléfonos, la mano de obra, ofrecimientode plata de por medio, para “rescatar a uno de los jefes” del hospital.

La Fiscalía reveló este jueves que uno de los internos involucrados en el plan es Lautaro Román Núñez, que tiene 21 años y amplio prontuario por delitos con arma de fuego desde la adolescencia.

Núñez, identificado como un tiratiros de barrio Tablada, está detenido desde septiembre en el pabellón 9 de la cárcel de Piñero. Actualmente está imputado por haber baleado, el 25 de agosto, uno de los portones del antiguo Batallón 121 de Lamadrid al 400, donde funciona la otra vez bautizada Policía de Investigaciones (PDI); por la posterior balacera en el destacamento el Tanque, de Abanderado Grandoli al 3900, que dejó malherido a hombre que esperaba el colectivo; y como uno de los homicidas de Laureano Cardozo, un joven asesinado en Villa Flammarion el 18 de agosto.

El otro interno involucrado en el plan de liberar a Encina es otro tiratiros de ese barrio del sur rosarino, aunque de otros tiempos. Joel Gabriel “JJ” Ibarra está preso desde hace 10 años purgando una condena a dos décadas impuesta en 2016 por dos homicidios de febrero de 2013. Hoy parece reconvertido en contratista de mano de obra del delito, puesto que investigaciones recientes lo muestran activo desde su celda.

Hace una semana el fiscal Adrián Spelta lo imputó como el supuesto instigador –desde la cárcel de Coronda, donde estuvo alojado a principios de año– de la ejecución de Maximiliano Daniel “Cordobés” Bazán, cometida en marzo en Chacabuco y Villar. La Planchada, el mismo territorio donde supo manejarse Núñez, su compañero de celda.

Todo parece indicar que los verdaderos artífices del complot para liberar a Encina aún permanecen en la oscuridad. Una declaración reservada y el posterior cotejo de la silueta que tomaron las cámaras de seguridad fueron vitales para llevar al arresto de Pablo Sosa, vecino del sector más empobrecido de Tiro Suizo.

Considerado el autor material del homicidio del subinspector Bermúdez y del robo de la pistola reglamentaria, Sosa fue convocado al plan de rescate por uno de los dos menores involucrados en la causa, que por su edad no son alcanzados por la ley penal.

“Ay que rescatar auno de los jefes” [SIC], le dijo el adolescente T. G. a Sosa a las 19.45, dos horas antes de la incursión al Hospital Provincial.

T.G. (15) y B. V. (14) integrarían una banda juvenil que cumple con "trabajos" de sicariato que le encomiendan presos ligados a la narcocriminalidad, dijo Paolicelli el pasado 5 de diciembre en ocasión de la investigación que dejó tras las rejas a Luis "Nando" Lastra, otro integrante de la gavilla, por el crimen de una mujer en barrio Stella Maris. Cuatro días después, alguien mandó a reventarle a tiros la casa a los familiares de Nando, en Dorrego y Seguí.

Hay al menos dos personas no identificadas que habrían estado en la escena esa noche. Y un prófugo, Mauricio Ezequiel Bustos, del cual nada se sabía hasta mediados de diciembre.

Bustos logró escabullirse de la Justicia de manera insólita antes de que la Fiscalía lo posicionara en el lugar de los hechos. El 15 de diciembre el Comando Radioeléctrico lo detuvo en Cerrito y Perú cuando intentó escapar con un auto que había robado a punta de pistola, en una secuencia en la que llegó a apuntatarle a un nene de 12 años.

Tres días después lo imputaron por el robo calificado y la portación de una pistola .22, pero “se hizo el loco” –tal y como definió una fuente en estricto off– y el juez lo mandó a Oliveros. Cuando los detectives lo identificaron ya era tarde y se había esfumado de la colonia psiquiátrica.