Aunque sean tiempos de alto descreimiento y calificaciones como clase o casta, mucho quizás por mérito propio, la política atraviesa a familias enteras y se ha ido transmitiendo de generación en generación. No siempre los hijos o hijas de llegan por portación de apellido. La mayoría ha tenido que ratificar sus vínculos a través de los votos, demostrar sus capacidades en la gestión y hasta incluso superar a sus propios progenitores. Y sus padres dicen con orgullo que tienen sucesores de su propia sangre más allá de permitirles hacer el propio camino sin dejar de enseñarles al menos lo vivido en sus experiencias a lo largo de los años.

Rosario3, en el Día del Padre, reúne tres historias de políticos de la región cuyos hijos o hijas han seguido sus pasos: cómo esos padres transmitieron la pasión por la política, qué hechos han marcado sus vidas, el hoy de una relación que trasciende a la familia, y los caminos que han tomado cada protagonista por su lado.

Los Rossi

Agustín Rossi tiene cuatro hijos: Agustín, Delfina, Sabina e Ignacio. El primero es el mayor y vive en Washington. El otro varón está en Rosario y estudia Ingeniería Industrial. Las dos mujeres se han volcado a la política. Sabina estudia Ciencia Política en la UNR y es asesora de la concejala Norma López en materia de género y feminismos, y Delfina, quizás la más conocida, fue directora del Banco Nación y hoy es la representante de la oposición en el directorio del Banco Ciudad de Buenos Aires. 

Delfina, hoy con 34 años y madre de dos hijos (Noah y Agnes), cuenta que nació en una cuna peronista con una tarjetita que decía “Bienvenida compañera a la JP” rodeada de diarios y fotos de Perón y el Che Guevara. De niña participaba incluso de reuniones partidarias donde “había que escuchar fundamentalmente”. Lo que no recuerda es cuando su padre la llevó junto a su hermano mayor a una reunión con un concejal para acordar el voto que faltaba para hacerlo presidente del cuerpo. “Y molestaron tanto que al final creo que me dio su voto para que dejaran de llorar”, rememora el Chivo.

“Todos los padres y madres transmitimos de alguna manera lo que hacemos. Y los chicos ven la vida de sus padres. Algunos lo siguen y otros no. Es una alegría ver a Delfina como milita con el compromiso y el esfuerzo que hace, de la misma forma que el resto de mis hijos sigue su profesión. Seguramente Delfina tendrá una vida política muy intensa. Como diría un viejo dirigente: "tiene mucha pasta”, expone el hoy jefe de la Agencia de Federal de Investigaciones.

Delfina es licenciada y Máster en Economía y Economía Política, graduada en universidades del exterior. Su historia comenzó en el centro de estudiantes del Superior de Comercio cuando marchaba por la defensa de la educación pública. Siguió en Barcelona con un movimiento social mientras completaba su formación académica. Volvió a la Argentina y se puso a militar. Hoy además lidera una organización social de jóvenes (La Buenos Aires 3D) que tiene un comedor comunitario en el barrio porteño de San Telmo. 

“(Su papá) Es mi pilar de consulta, para poder discernir situaciones en donde hay un entendimiento mutuo, de decisiones ideológicas que no invalidan el diálogo, con respeto y admiración. Es un padre que sin saberlo nos permite ser parte de esas transformaciones que construye” -reflexiona- y pone como ejemplo las votaciones por la estatización de Aerolíneas Argentinas y la interrupción voluntaria del embarazo en las que estuvo presente.

Así como pudo disfrutar de gratos momentos con sus hijos cuando salían a entregar folletos de campaña por el parque Independencia, Rossi (padre) también tuvo que compartir ingratas situaciones como el escrache en su casa por parte de dirigentes del campo en el 2008, en plena crisis con el sector, delante de Sabina e Ignacio con 8 y 7 años respectivamente.

Los Zabalza

Juan Carlos Zabalza (82) fue uno de los pioneros del Movimiento Nacional Reformista y unas de las figuras del socialismo que terminó imprimiéndole un estilo de gobierno a la ciudad y a la provincia. En la casa de barrio Alberdi de los Zabalza siempre se habló de política, incluso en la mesa familiar. Con papá y mamá políticos, de las tres hijas la más chica salió para la militancia desde la medicina social y a la mayor le pegó lo partidario desde la abogacía. A la del medio de política nada, es ingeniera ni más ni menos. 

Margarita, la mayor, participó en los gobiernos provinciales de Hermes Binner y Antonio Bonfatti, de la segunda intendencia de Mónica Fein y hoy está en la gestión de la universidad pública. Recuerda que la llevaban a los actos del PSP donde hablaba Guillermo Estévez Boero durante hora y media y se dormía sobre las sillas junto a sus hermanas. Desde allí empezó a gestarse ese compromiso por la política entendida como “el pensar en resolver los problemas de las mayorías, con valores, sin pedir nada a cambio”.

A padre e hija le pesan los momentos que se pierden de compartir con sus familias como cuando Margarita terminó la escuela primaria y Juan Carlos estaba en una convención de la red de ciudades en Montevideo. Pero también la política está llena de momentos ingratos cuando don Zabalza era diputado nacional y el Cuervo Larroque los llamó narcosocialistas. “Estaba muy preocupada por su salud después de haber recibido semejante agresión”, cuenta su hija al recordar esa sesión mientras estaba estudiando en España.

Y también de satisfacciones como la que siente Zabalza (p) cuando lo paran por la calle y le dicen “así que sos el papá de Margarita”. O jugar con sus cuatro nietos y soñar, con el quinto que viene en camino, que algunos de ellos podrán seguir esa tradición que no se impone pero se respira.

En esa familia hay ciertas costumbres que se heredan como las reuniones partidarias en la seccional décima con los hijos a cuestas, la elaboración y la venta de pastelitos, y los eventos solidarios.

Los Corsalini

Los Corsalini ya son una marca en la ciudad de Pérez. Darío (66) fue intendente entre 2003 y 2011, y su hijo mayor, Pablo (42), desde 2015 a la fecha.

Pablo es el mayor de tres hermanos, el único que se dedicó a la política que mamó desde los 14 años cuando su papá fue candidato a concejal y empezó a militar en la juventud peronista y dentro de la estructura partidaria. Pese a que su hermano Guido era el que jugaba a tener una unidad básica en el garaje de la casa.

Los recuerdos inundan las respuestas de ambos sobre tiempos difíciles, de mucho esfuerzo como cuando Pablo se iba a estudiar en bici desde Pérez a Granadero Baigorria. Y de militancia juntos e ir a pegar carteles y colgar pasacalles.

Tuvo un impasse para dedicarse a terminar el profesorado en Educación Física y la licenciatura en Gestión Educativa. Pero después de un breve paso por el Ministerio de Educación se metió de lleno a acompañar a su papá ya en la intendencia. En el 2009 fue electo concejal y 6 años más tarde llegó a donde está hoy.

“El me transmitió la política, fue un tipo muy abierto, lo partidario fue una decisión propia, de verlo en el hacer y en la concreción con conceptos claros. Ha sido muy coherente entre lo que hizo y lo que dijo. Tuve la oportunidad más allá de ser el hijo de y me dejó hacer con nuestros aciertos y errores. Cuando fui electo intendente, no intervino y no me influenció, fue muy respetuoso. Sí, fue un sabio consejero”, cuenta el hoy intendente.  . 

Los procesos suelen no ser fáciles. Pablo cuenta que llegó un momento donde no iba a su casa paterna para evitar discusiones de política. Hasta que un día se le animó y le dijo “necesito un papá y no un jefe político”. Y allí empezó otra historia.

Darío confiesa que va muy pocas veces al municipio. “No soy de aconsejarlo o guiarlo, sí opino cuando veo que está equivocado”, agrega. Cree que su hijo es mejor en la gestión ya que es “más tranquilo, más conciliador y tiene una enorme capacidad de trabajo”, describe emocionado.

La política es algo inherente a la vida de los Corsalini. Las hijas de Pablo, Delfina (22) y Juaqui (14), también pasaron por la militancia. La más chica es la que hoy lidera el centro de estudiantes de su escuela. Y habrá que esperar a Vera, la tercera que está en camino, cuya mamá también es una militante.