La candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA), Victoria Villarruel, le respondió al diputado nacional Eduardo Toniolli quien había denunciado las visitas de la compañera de fórmula de Javier Milei al represor rosarino Juan Daniel Amelong, condenado a tres perpetuas por los peores crímenes que se pueden cometer: secuestrar, torturar, robar bebés y desaparecer personas. "¿Por qué no le pregunta a sus amigos, los genocidas, dónde están los cuerpos de nuestros compañeros?", le dijo también Toniolli a Villarruel.

Este jueves, la abogada y diputada nacional libertaria le dedicó un mensaje: “Entiendo y comprendo el dolor que como hijo sentís y que es totalmente válido, pero es importante dar contexto. Tu papá era miembro de Montoneros. Terroristas de Montoneros asesinaron al padre de Amelong en democracia”.

“Raúl Amelong –siguió Villarruel en su tuit– era un civil asesinado frente a su hija de 16 años en la vía pública en Rosario. Era padre de 11 hijos que quedaron huérfanos simplemente porque su padre era subgerente en Acindar. Su hijo que es militar fue condenado por lesa humanidad pero no lo veo hace muchísimos años porque lo entrevisté para su papá, pero quiero que estén presos los asesinos de su padre o sea los camaradas del tuyo. Digamos todo”. La diputada reconoció así sus contactos con Amelong.

Toniolli la cruzó en la misma red social: “No acepto tus condolencias, tan falsas como tus supuestas entrevistas "académicas" con los genocidas: vos brindabas con Videla y con Amelong en sus celdas, celebrando sus crímenes".

"Ayer como tragedia, hoy como farsa: ellos desaparecían para que Martínez de Hoz pudiera aplicar su plan económico, vos hacés el trabajo sucio para entregarnos al capital financiero internacional, para dejarnos sin moneda nacional, para entregarle las Malvinas a los kelpers, para privatizar la salud y la educación. No lo vamos a permitir”, agregó.

“Juan Daniel Amelong fue uno de los principales actores del terrorismo de estado en nuestra región, no sólo por su probada participación en decenas de delitos de lesa humanidad sino también desde su lugar funcional como Jefe de la Sección de Operaciones Especiales de Inteligencia del Destacamento de Inteligencia 121 desde donde se comandaban los operativos de secuestros, privaciones ilegítimas de la libertad, tormentos, sustracción y supresión de identidad de menores y desapariciones forzadas. No le va a alcanzar la vida para cumplir las condenas que le recayeron en el fuero federal por su activa participación en el genocidio, tres de ellas a prisión perpetua”, afirmó a Rosario3 la concejala y abogada en causas por delitos de lesa Jesica Pellegrini.

Amelong desplegó su rol, tercero en cadena de mandos luego de Guerrieri y Fariña (también condenados), en los distintos centros clandestinos de detención que funcionaron en el circuito del Ejército. “Y todo ello, con un marcado grado de compenetración en la tarea represiva, no sólo por su participación personal y de mano propia en los delitos más aberrantes, por haber “aportado” uno de los CCD como La Intermedia (propiedad de su familia), sino también por su compromiso ideológico y formación previas”, agregó Pellegrini.

Parte del drama que vivió Argentina entre 1976 y 1983 es que si Amelong fue víctima primero, después se convirtió en victimario. Y si los autores de los delitos cometidos por civiles, como eran los miembros de las organizaciones armadas, no fueron juzgados ni se conocen las condenas fue porque la dictadura montó un aparato represivo ilegal: el terrorismo de Estado.

En lugar de detener con orden judicial, las patotas que Amelong integró secuestraron. Los juicios con derecho a defensa fueron reemplazados por torturas, incluso violaciones, en centros clandestinos donde los verdugos definían quién moría y quién vivía. Las sentencias de culpabilidad o inocencia no existieron: en lugar de eso hubo asesinatos que fueron presentados como falsos enfrentamientos, desapariciones y el robo de bebés, delito que aún continúa porque casi 400 personas (hoy adultos) no conocen su verdadera identidad. Eso omite condenar Villarruel con su discurso de “Digamos todo”.