Pero siempre partiendo de la base que esa población ha accedido a una información adecuada, basada en la evidencia, refrendada por instituciones de la salud reconocidas.

Siempre debemos partir de la base que cada uno de nosotros nos debemos hacer cargo del cuidado de nuestra salud, para lo cual debemos que buscar la información y cotejarla con el profesional de cabecera. Este aspecto de la autonomía nos marca que cada uno de nosotros debe asumir el gerenciamiento de nuestro estado de salud

COMUNICAR temas de salud

Para comunicar temas de salud hay que ser prudentes y claros. Muchas veces los médicos tenemos dificultades para comunicar porque no tenemos formación en la materia, y, por eso, muchas veces comunicamos erróneamente. Además, hay comunicaciones interesadas, tendenciosas, muchas veces relacionadas a intereses institucionales, políticos y económicos.

La comunicación en temas de salud debe ser transparente y clara, además los médicos debemos formarnos para hacerla adecuadamente, en un lenguaje que sea accesible a la gente que tiene que recibirla ya que son los destinatarios que al nutrirse pueden cuidar y preservar su salud a nivel individual, lo que va a redundar al conjunto de la sociedad”.

EN EL CONSULTORIO

Es una característica muy nuestra: no informarnos adecuadamente, y damos nuestra opinión. En general, somos opinantes con o sin conocimiento.

Hoy la pandemia nos da un respiro para reencontrarnos con amigos y familiares. A su vez, hemos visto muchas patologías que afectan la salud mental de nuestros pacientes. A propósito de estas premisas hemos desarrollado un estudio el CorCOVID LATAM, el que ya ha tenido unas cinco publicaciones internacionales; en uno de los trabajos que me tocó liderar, tratamos el tema del aislamiento social fuertemente relacionado con la salud mental, como ejemplo mostramos, en nuestro estudio, en el que entrevistamos a 4500 personas de Latinoamérica, las que no había sufrido la covid-19, que la incidencia de la depresión mayor, en ese grupo, ascendía al 37,7%, mientras que la tasa de depresión mayor, en pre pandemia se situaba entre el 5 y 10%.

Como podemos apreciar el incremento fue del 600% en el período en que debimos soportar el aislamiento, alejado de los vínculos familiares y sociales”.

¿Qué debemos entender por depresión mayor?

“Nosotros nos guiamos por la guía con la que califican sus diagnósticos los psiquiatras y que reúne 9 criterios, en el que vemos que existen criterios mayores y criterios menores para definir el diagnóstico de depresión mayor. Por ejemplo, si nos enfrentamos con pacientes que ostentan dos criterios mayores, o un criterio mayor y dos criterios menores, diagnosticamos con depresión mayor.

Estas estadísticas se analizan en relación con los hábitos culturales y con las emociones; con los aspectos biológicos de la salud mental y se van imbricando entre sí. Es así que, nos encontramos con que esta depresión mayor sextuplicada, se asocia a una serie de trastornos de la conducta y el comportamiento. Como ejemplo vimos el incremento del sedentarismo, aumento de ingesta de alimentos en cantidad y mayor consumo de comida chatarra, al tiempo que se ve reducido el consumo de frutas y verduras, mientras que pudimos observar un mayor consumo de medicamentos. La población estudiada no había padecido covid-19.

Tengamos en cuenta que, durante esos 16 meses, el nivel de consultas disminuyó significativamente. Un ejemplo, en el primer mes de aislamiento consultó tan solo el 15% de las que concurren habitualmente a nuestros consultorios. En los meses siguientes incrementamos hasta llegar al 30%. Luego se situó en un 50% hasta diciembre del año pasado.

Las consultas en prevención cardiovascular, son las más requeridas en todo el mundo. El 70 al 80% de las muertes en nuestro país, se deben a las enfermedades crónicas no trasmisibles, de todas ellas las cardiovasculares representan el 60%. Es claro que se debe hacer prevención cardiovascular, por un lado, para no morirse por ellas, pero, además para no enfermarse; lo que implicaría una mejor calidad de vida, ya que sobrevivir a un evento cardiovascular muchas veces implica quedar con una discapacidad. Ejemplo, el 30% de personas que padecen un Accidente Cerebro Vascular no pueden ir solas al baño; el 50 al 60% necesitan ayuda para alimentarse.

Entonces vemos que por temor o por mala información, lo que tenemos es una MALA COMUNICACIÓN. La gente con miedo no consulta aún hoy. ¿Para qué debería hacerlo? Para PREVENIR, para CONTROLAR SU HIPERTENSIÓN, su DIABETES, su COLESTEROL. Para INCORPORAR nuevos hábitos saludables de vida.

Todos nosotros debemos reforzar estas conductas de PREVENCIÓN y CONTROL. Nos comportamos como animales de costumbres y los hábitos de vida adquiridos en el tiempo cuesta mucho cambiarlos. Se requiere convicción, conciencia, responsabilidad y aprendizaje, lo que requiere una sólida EDUCACIÓN PARA LA SALUD.

Los médicos debemos trasmitir estos conceptos permanentemente, para lo cual debemos formarnos en comunicación y educación para la salud. Y la población deberá asimilar esos conceptos y asumir el compromiso de gestionar, junto a su médico de cabecera, el cuidado de su estado de salud, cambiando hábitos y sosteniendo estos cambios en el tiempo.

Estas decisiones de acercarnos a le educación para la salud, a la cultura de la prevención, requiere de sujetos autónomos y solo puede serlo, quien accede a la educación e incorpora hábitos que favorezcan su salud.

La autonomía adquirida pasa a ser una capacidad humana decisiva y extremadamente importante y se sustenta en la capacidad crítica de cada uno de nosotros para saber preguntar a tiempo, consultar a tiempo y tomar la decisión más conveniente en tiempo y forma.

Los ciudadanos hemos ido perdiendo la capacidad de pensar, de reflexionar, de hacer análisis críticos de aquello que nos rodea. ¿Para qué? Para ser AUTÓNOMOS.

*Dr Daniel Piskorz, matrícula 8509, médico Cardiólogo, investigador y especialista en Hipertensión Arterial, Instituto de Cardiología del Sanatorio Británico