En la charla el profesional agregó: “es algo que debemos fomentar en la crianza de nuestros niños, tempranamente y empieza en casa. Es el ámbito, los hijos nos ven a los mayores dialogar, intercambiar opiniones en una charla animada. Hablar de los problemas del hogar y de ellos y de nosotros, los adultos. Claro que ese es el primer lugar para dar comienzo al proceso del aprendizaje en general y del diálogo pacífico en particular. A los que debemos agregar temas propios de la cotidianeidad, de lo que ocurre a nuestro alrededor y en la medida que ellos van adquiriendo e incorporando sus primeras competencias conversacionales, ya desde chicos y en cada situación por la que están atravesando, preguntándoles los vamos estimulando a confiar en el diálogo con sus padres y los adultos que los rodean. Siempre prestándoles nuestro interés y escuchándolos con atención. Usando todas las herramientas propias de la conversación, manifestándoselas. Con esto nuestros niños comienzan a construir los rudimentos y las bases de sus futuros diálogos con sus pares. Al tiempo que van incorporando esa capacidad para dialogar”.

¿Cuáles serían, a su juicio, los déficits que los adultos tenemos para poder dialogar pacíficamente?

Nos faltan prácticas de diálogos y ejercicio de la conversación. La etimología de la palabra CONVERSACIÓN es muy interesante, ya que refiere a “girar y dar vueltas sobre un asunto”. Hoy asistimos a demasiadas polémicas y debates. Hay demasiada confrontación, donde en general las personas quieren imponer sus pensamientos y sus posturas con el ánimo de ganarle al otro, y se deja a un lado la CON VERSACIÓN. Todo se resume, a nuestro entender en cómo cada uno expone su propuesta y sus perspectivas. O su información. Y, de ese diálogo, ese discurso racional sobre el saber, de ese análisis que hacen las dos partes en la conversación, se puede hallar una idea que sea la síntesis superadora de ambas posturas.

ESCUCHAR

“Dialogar es, ante todo, escuchar. Es lo primero. Y debemos hacer con ATENCIÓN, para tratar de entender lo que el otro quiere decir, su perspectiva, sus inquietudes, la lógica de lo que plantea. Y en función de lo que el otro me dice, e incluyéndolo en mí, tratando de que lo que el otro me dice, se vaya amalgamando en mis perspectivas y en mi postura. En este espiral de intercambio se irá moldeando la conversación. Pero, es el escuchar lo que va a permitir que este ida y vuelta se constituya entre ambos interlocutores.

Debemos evitar los juicios de valor”.

DARNOS TIEMPO

“Si el otro tiene posturas, argumentos y miradas divergentes a los nuestros, es vivido como un menoscabo hacia nosotros. Hoy, parece que hubiera HIPERSENSIBILIDAD, es como que no tenemos tolerancia al error. No nos permitimos equivocarnos, estar errados. Esto en medio de la conversación, incentiva nuestro ego, dispara nuestro sesgo narcisista, con el que ponemos una barrera a la conversación impidiendo ese juego constructivo que todo diálogo debe contener, poniendo el énfasis en nuestros aportes, sobre todo cuando los diálogos abordan temas trascendentes.

Parece que no le dedicamos el tiempo que corresponde al diálogo y a la conversación. El cúmulo de tecnologías al que accedemos y al que recurrimos nos impide el INTERCAMBIO DE IDEAS.

Abundan los mensajes “disparados” en una dirección que minimizan la posibilidad del intercambio. Cada uno escucha lo del otro en un simple ejercicio informativo. Todo es instantáneo. Es acción y reacción sin espacio ni tiempo para la escucha y para poder desarrollar una idea.

Es muy preocupante que se impongan formas de comunicación empobrecidas y que no se apele al diálogo enriquecedor a través de la conversación”.

AMENAZAS DE LA CONVERSACIÓN

“Destaco las creencias sobrevaloradas. Las posturas cerradas. Las ideologías e ideologismos en sus aspectos negativos, como si se tratara de un sistema cerrado de creencias que carece de la posibilidad de intercambio con los demás. Ideas extremistas y fundamentalistas.

Los dogmatismos. Las visiones cerradas y autoritarias son los enemigos del DIÁLOGO”.

¿TAREA PARA LOS COLEGIOS?

“Los colegios son el lugar para el aprendizaje del diálogo y para despertar el placer y el valor de conversar. Es justamente la escuela como institución formadora, el lugar por el que hay que crear los espacios y el ambiente necesario para la creación y la profundización de la práctica del diálogo y la conversación.

Debemos darnos cuenta que se trata de un déficit que tenemos en nuestra organización social. Y transitamos un momento delicado. Es un problema global que también se suma a nuestra sociedad”. 

 

*Jorge Libman, psicólogo, especialista en psicología psicodinámica, matrícula 2231 Consultorio, Alvear 1478, 3er Piso Rosario