Este martes, un día antes de que se reunieran con funcionarios del Ministerio de Agricultura para intentar destrabar el conflicto por el cierre de exportaciones de maíz (que provocó una huelga de los productores agropecuarios), los ejecutivos del Consejo Agroindustrial Argentino (CAI) tuvieron un extenso encuentro virtual para analizar la situación comercial de un producto de alto impacto en la mesa de los argentinos: la harina de trigo.

Que en el medio de un caliente conflicto por el maíz, que llevó a los chacareros otra vez a las rutas, los directivos de las principales entidades agroindustriales se hayan dedicado al armado una “mesa de trigo” en las que estuvieron acopiadores, productores, Bolsas, corredores, molinos y exportadores de todo el país muestra la urgencia del tema y el riesgo de que si no se apuran soluciones campo y gobierno volverán a enfrentarse muy pronto.

¿Qué es lo que ocurre? La industria molinera advierte que no resiste más tener que vender la harina al precio máximo que el gobierno congeló en marzo pasado cuando todos sus costos se dispararon. En concreto, el precio de la tonelada de trigo, que es casi el 80% del costo de ese industria, valía en marzo $13.200 cuando ahora cotiza a $20.000, mientras que el precio del kilo de harina industrial se mantiene al valor fijado en marzo pasado de $30.

 “Nada vale menos de un kilo de harina”, es un dicho repetido hoy entre molineros. Como dato, de un kilo de harina se pueden hacer 4 pizzas y hoy cada pizza cuesta entre $400 y $500. En la comparación con el kilo de pan salta también esa brecha, ya que hoy cotiza entre $120 y $150 en las panaderías. Semejante distorsión está poniendo contra las cuerdas al sector fabril, sobre todo cuando los precios granos entraron en un ciclo alcista internacional que le mete presión a la situación económica nacional.

¿El gobierno nacional habilitará la suba de la harina de trigo? Se trata de una medida difícil que tome cuando, por el contrario, lo que está buscando este año es que no se le vuelvan a disparar los precios de los alimentos. Y si habilita retoques en la harina de trigo que les venden a los panificadores, se sentirá la presión en los valores que llegan a las góndolas.

Precisamente, una carta que ya están jugando los molineros para pedirle al gobierno que habilite la suba del precio de la harina que venden es mostrar que pese a que el precio de la harina de trigo está congelado desde marzo, el kilo del pan siguió subiendo igual. Y eso es porque, aseguran, la incidencia de la harina fue perdiendo peso en la estructura de costos de las panificadoras frente a otros rubros como alquileres, gastos de personal, energía, transporte y sobre todo impuestos.

Un estudio de la Fundación Fada contabiliza los costos del kilo de pan

En ese contexto, al gobierno le quedan las dos herramientas a las que las administraciones K suelen recurrir para bajar precios de los granos: subir retenciones y cerrar exportaciones. Hacerlo volvería a enfrentarlo a los productores que, con el conflicto del maíz (que no tiene la urgencia del trigo), mostraron que están ávidos de salir a las rutas a protestar. También les abriría un frente de conflicto con los exportadores de granos, cuyas ventas al exterior de soja son la principal fuente de ingreso de dólares a las alicaídas reservas del Banco Central.

Es más, la reciente solución al diferendo por el maíz al que se llegó el martes por la tarde arrojó como conclusión de que el camino para garantizar el abastecimiento interno a precios no desbocados de los granos no transita por el cierre abrupto de exportaciones.

A diferencia del sector de los procesadores avícolas (polleros), que ante la falta de maíz (no porque escasee sino porque los acopios no le quieren vender por ser malos pagadores frente a los exportadoras) fueron a reclamar al gobierno que tome cartas en el asunto (desatando así el conflicto de esta semana), la industria molinera no quiere sacar los pies del plato.

En efecto, sus representantes ya plantearon en la “Mesa del Trigo” la urgencia de la situación y está reclamando el compromiso de todos los sectores privados de la cadena en la búsqueda de una pronta salida y una corrección urgente de esta distorsión.

En la reunión, según supo Rosario3, los molineros aseguraron que ellos no tienen problemas en pagar el precio actual de mercado del trigo (y las subas que se proyectan en breve dado lo ajustado de la cosecha) siempre y cuando lo puedan trasladar al precio de la harina que venden.

Pero si sigue el precio máximo puesto por el gobierno, resaltan que el esfuerzo debe ser compartido ya que, así como está la situación, el gobierno se beneficia con el precio fijo de la harina y los productores se benefician porque cobran por el trigo un precio libre mientras que la única que afronta pérdidas es la industria de la molienda.

La idea de los sectores agroindustriales es buscar un entendimiento que permita equilibrar las cargas, pero por más que hay voluntad de diálogo tiene en tiempo en contra.

Es que las finanzas de mucha empresas, aseguran, ya no aguantan y además –a diferencia del maíz-la cosecha de trigo de este año fue regular así que tampoco sobra cereal como para que el precio se acomode por el lado de la mayor oferta. Es más, se pronostican fuertes suba de trigo para el segundo trimestre del año,

El tema es que, por más que la molinería no quiera que el gobierno intervenga, si hacia adentro de la cadena no se encuentra rápido una fórmula consensuada que presentarle al gobierno, más temprano que tarde el Ministerio de Agricultura tomará cartas en el asunto y todos le temen al dúo retenciones-cierre de exportaciones.