Me dirijo a Ud. con el respeto y reconocimiento que su investidura merece:

Es mi intención aclarar que no respondo a ninguna fuerza política del presente ni del pasado. Soy, como muchos otro, un ciudadano argentino que por convicción creció, se educó, desarrolló y morirá en su tierra natal: Argentina.

Estoy preocupado, y creo que muchos argentinos también lo están. ¿Por qué siempre nos separa, nos enfrenta y nos divide? ¿Por qué habla despectivamente de aquellos que hemos elegido vivir con el resultado de nuestro esfuerzo? A veces siento que para ser querido y representado por Ud. debería nivelarme para abajo, aspirar sólo y únicamente a un plan social, a una caja de alimentos o a la caridad de otros.

No nos siga dividiendo en sus discursos, no incite a la violencia, no nos separe.

No nos quite el derecho de disentir, porque la Democracia de eso se trata.

¿Acaso no fue Ud. Electa sobre esas bases? Respétela en todos los ámbitos, en los que favorecen como en los que no.

Se autodetermina y designa la Presidenta de todos y todas los argentinos, pero al mismo tiempo nunca deja de mencionar dentro de ese grupo a quienes no la votaron y no piensan como Ud.

¿Por qué las marchas de las abuelas de Plaza de Mayo son válidas, y las de justicia y seguridad no?

¿Por qué siempre habla de “crecimiento” económico pero nunca menciona la inflación que está en alza provocada por el enorme gasto público?

¿Por qué nos lleva a los extremos? O somos gorilas o revolucionarios del ’70, pobres o ricos, blancos o negros. No Sra., no nos divida más por favor.

No es eso lo que queremos, ni mucho menos, lo que nos merecemos.

Es probable que no pueda conformar a todos por igual, pero Ud. se debe a la sociedad Argentina en su totalidad, a sus seguidores y a sus opositores.

Respétenos de la misma que nosotros la respetamos. Otórguenos la posibilidad de ser escuchados, de la misma forma que nosotros le otorgamos la institucionalidad a su gobierno.

No somos golpistas ni gorilas, créame que estamos muy lejos de ello.

Somos personas de bien, que trabajamos todos los días para pagar nuestros impuestos, impuestos que supuestamente son para recibir a cambio seguridad, educación, salud, y justicia, pero en forma paralela, de nuestro bolsillo, también debemos abonar un sistema de seguridad, educación, y salud privada, ya que la redistribución de la que Ud. habla y repite, una, dos e infinitamente en cada uno de sus discursos no llega a nosotros. No Sra. Presidenta, no nos llega.

Para nosotros no hay Justicia Social, para nosotros sólo hay deberes que cumplir. No tenemos Derechos, ni siquiera los Derechos Humanos con los que Ud. se llena la boca de palabras, porque mientras Ud. habla, nosotros perdemos a nuestros familiares en las calles, a quienes matan para quitarles lo que ellos se ganaron trabajando.

La Plaza también pertenece a quienes salimos a disentir y a mostrar nuestra disconformidad, sin palos, ni capuchas, ni piedras.

Quiero a la máxima autoridad del país, hablando un 25 de mayo de lo que sucedió hace poco más de 200 años, y no de la oposición, el crecimiento económico del país o las políticas implementadas.

Quiero una cadena nacional para situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, tal como lo dice el artículo 74 de la ley 26.522, y no para recordarme la gestión del Ex Presidente Néstor Kirchner, el descenso de la pobreza, los nuevos planes sociales o el supuesto crecimiento económico.

¿De qué Justicia Social me habla Sra. Presidenta? Los que roban y matan siguen en la calle, impunes, y los que corren la suerte de seguir vivos en defensa propia están tras las rejas de la supuesta justicia.

Hay un grupo muy grande de la sociedad Argentina Sra. que no está ni en un extremo ni en el otro, que no es de izquierda ni de derecha, que no es ni blanca ni negra, que sólo conoce lo que muchos han olvidado y otros se olvidan deliberadamente de no generar, que es la Cultura del Trabajo.

Sra. Presidenta, ya no servirá la cadena nacional donde corrige, desmiente, miente, exagera, denosta, escracha, confunde, se victimiza, abruma, induce al odio y la venganza, promete y se refugia entre los aplausos oportunistas de sus incondicionales seguidores víctimas o cómplices de esta situación.

Viva la Patria, para todos los argentinos, entre los cuales, está Ud. a quien se le otorgó la custodia de esa investidura presidencial, para respetarla y hacerla respetar.

Ruego a la Santísima Virgen de Luján, Patrona de la Argentina, recuperemos, usted, yo y todos y todas los que habitan el suelo argentino, esa esperanza perdida en las tinieblas de la incomprensión e impunidad y que en un pasado no muy lejano fuera paradigma de un futuro mejor para todos los habitantes de esta tierra.

A esa “mujer desnuda, vestida de negro”, vaya mi reflexión.

Fabricio Neirotti