Rosario Central hizo sólo lo que debía: ganarle a Arsenal. Eso sí: las dudas futbolísticas que arrastraba el equipo del Kily González se mantienen intactas, después de un triunfo deslucido ante un adversario que es el peor del campeonato con cinco derrotas en cinco presentaciones.

El elenco auriazul derrotó por 2 a 1 a los de Sergio Rondina con goles de Damián Martínez a los 43 minutos de juego y del debutante Martín Rabuñal de cabeza a los 37' del complemento. El descuento llegó a través de Lucas Albertengo a uno del final. 


La escuadra de Arroyito volvió a tener un rendimiento bajo y sólo ganó porque el rival es peor. Incluso, hasta en varios pasajes del primer tiempo, los de Sarandí marcaron el pulso y se fueron al descanso cayendo injustamente.

Central, que atacó con Vecchio y el inédito tándem Ruben-Cucchi de punta, intentó manejar la pelota desde el inicio y llegó temprano al arco adversario: a los 8’, un centro del 10 encontró la cabeza de Ruben, que remató desviado.

Pero desde ahí en adelante, y pese la supuesta supremacía individual, los de Rondina (que habían hecho un sólo gol en cuatro fechas con cuatro derrotas) fueron los que manejaron las riendas del juego.

Con Sangiovani y Lo Celso desaparecidos, Villagra perdiendo la pulseada y Vecchio desconectado, los que trabajaron más fueron los defensores auriazules y Fatura Broun.

Ya a los 15’, Sepúlveda exigió al arquero desde afuera y el balón acabó en el córner. A los 24’, la más clara: un taco de Necul halló a Benavídez, que desbordó por derecha, envió un centro rasante y Sepúlveda casi la toca al gol.

Quizás en el momento en que las dudas tomaban mayor consistencia, llegó el gol: Damián Martínez se encontró con una pelota cruzada y en el segundo palo marcó el primer tanto de la tarde noche.

Desde ahí y hasta el final del primer acto, lejos de aplomarse y hacerse dueño de las acciones, siguió sufriendo. Y Arsenal casi lo iguala: primero, con Blanco desde el punto del penal y en la desembocadura, Ferreyra que la envió al córner. 

El segundo acto empezó con una llegada centralista: Ferreyra (que jugó por Almada) recibió dentro del área, metió un zurdazo y la pelota rebotó en la mano de un defensor, aunque Rey Hilfer juzgó que no hubo intención ni manera de evitar ese rebote.

Pero otra vez fue un espejismo, porque Broun debió seguir a los revolcones: la jugada más nítida, el mano a mano que a los 35’ el 1 le tapó a Soraire, que definió sobre el cuerpo del arquero. Los ingresos de Marinelli, Martínez Dupuy y el estreno del uruguayo Rabuñal no pesaron (Vecchio fue el más claro) y los intentos locales morían al entrar al área.

Rabuñal celebra su primer tanto, justo el día de su debut. (Sitio oficial)


Cuando el partido entraba en el terreno del nerviosismo, un centro desde la derecha halló la cabeza del oriental Rabuñal y el 2-0 se gritó con ganas porque había olor a historia sentenciada. Y así fue, a pesar de que Lucas Albertengo acortó distancias con un disparo rasante desde dentro del área. Faltaba un minuto y no hubo tiempo para la heroica de la visita.

El pitazo final trajo la tranquilidad del resultado, pero quedó sobrevolando en el Gigante la certeza de que al equipo le falta mucho trabajo para impregnarse de la intensidad y protagonismo que el Kily pregona. Hasta ahora, o el mensaje no llega claro o los intépretes no son aptos para ejecutarlo.