El mercado argentino amaneció con resaca de la trompada del Tesoro de Estados Unidos. Después de la monumental intervención que calmó la corrida cambiaria la semana pasada, los dólares en todas sus versiones se derrumbaron entre $70 y $90 en una sola rueda, con un desplome superior al 5%. El oficial cerró en $1.378,58, el blue en $1.405, el MEP en $1.411 y el contado con liquidación en $1.429,75.
En menos de dos semanas, el billete verde cayó más de 9% desde su récord de $1.574 el 1° de octubre. En la city lo llaman “el efecto Bessent”, por el financista texano que ejecutó la maniobra con la venia del Tesoro norteamericano y el visto bueno de Luis Caputo.
Con ese respaldo y el swap por USD 20.000 millones, el mensaje fue claro: la banda cambiaria no se toca hasta las elecciones.
Mientras tanto, el Banco Central aprovechó el nuevo aire para sumar US$ 195 millones en reservas, algo impensado apenas diez días atrás. Y el termómetro del mercado dio señales de euforia: los bonos argentinos subieron 0,8%, el Merval avanzó 1,8%, y en Wall Street los ADR argentinos treparon en bloque entre 3% y 20%, con picos en Edenor, Supervielle, Central Puerto, Galicia, Macro e YPF.
Todo esto en una jornada particular: el “Columbus Day” dejó a Wall Street con actividad reducida, pero con un clima de celebración global. Donald Trump bajó el tono de su guerra con China y festejó el inicio de la paz entre Hamas e Israel, alimentando el rally financiero que benefició a la Argentina.
La gran foto, sin embargo, se espera este martes en el Salón Oval, donde Javier Milei y Trump mantendrán su reunión bilateral. Según fuentes oficiales, habrá acuerdos sectoriales y hasta podría anunciarse un nuevo marco de cooperación energética. Todo esto, en un día que también traerá tensión doméstica: el Indec publicará la inflación de septiembre, clave para medir si el freno cambiario logra traducirse en alivio de precios.
Tasas al rojo vivo
El único nubarrón llegó desde el frente financiero local. Con el Tesoro norteamericano vendiendo dólares y Caputo exprimiendo los pesos, el sistema bancario vive un momento de iliquidez que encendió la mecha de las tasas.
En los plazos fijos minoristas, el promedio ya ronda el 41% anual, con extremos de 52% en bancos como CMF, Bica y VOII, y mínimos del 30% en Masventas y Formosa. Para grandes colocaciones, el premio escala al 70%, y las cauciones bursátiles superan el 60%.
Los bancos suben rendimientos para retener ahorristas, que repiten el mismo reflejo de cada elección: dolarizarse antes del voto. Según el BCRA, los depósitos en pesos están estancados desde hace un mes, lo que implica una caída en términos reales.
�� Licitación y deuda
La Secretaría de Finanzas enfrenta este miércoles una licitación por $4 billones, con cuatro instrumentos en oferta: dos bonos capitalizables en pesos (S10N5 y T30E6) y dos letras vinculadas al dólar (D28N5 y D30E6). Los vencimientos son manejables, pero el humor inversor dependerá del resultado del encuentro en Washington.
Desde el Tesoro de EE.UU. dejaron trascender que con los pesos obtenidos por la venta de dólares podrían comprar títulos argentinos, lo que ayudaría a bajar el riesgo país, que se espera que arranque con “8” cuando JP Morgan publique su nuevo cálculo. Para los operadores, la frase más repetida fue: “el olor a default se disipó”.
�� Commodities, cripto y energía
En el frente global, el petróleo subió 1,2%, mientras los metales preciosos marcaron récords históricos: la plata trepó 5,5% y el oro 2,3%. El cobre también tocó su máximo de todos los tiempos, mientras que el trigo rosarino repuntó y el maíz mostró caídas.
En el mundo cripto, el Bitcoin retrocedió 1,4%, pero el resto de las monedas digitales avanzó, en línea con el optimismo de los mercados.
En Buenos Aires, Milei se mostró exultante: “Con lo que estamos exportando de energía y minería, vamos a tener dólares hasta las orejas”, dijo, en una frase que los operadores interpretaron como mensaje a la tropa del mercado.
Por ahora, la calma cambiaria luce sólida, el riesgo país cede, y la Bolsa sonríe. Pero nadie se anima a cantar victoria: todos saben que el próximo round —la inflación del Indec y el encuentro Milei-Trump— puede volver a mover la estantería.

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