La batucada suena debajo de la cabecera del puente Rosario Victoria. La marcha contra los incendios en las islas y el reclamo por una ley de humedales empieza puntual, minutos después de las tres de la tarde de este sábado. El cielo está gris como si se hubiese pintado de color humo. Arriba, sobre la ruta nacional 174, se puede ver que el fuego no cesa. Un foco importante se mantiene hacia el sudeste, bien enfrente de la ciudad. La columna densa de humo parece cruzar por arriba de los edificios del centro.

Al frente de la movilización van las banderas barredoras que ya son un clásico: “Somos humedal” y “Ley de humedales ya!”.

–A la derecha pueden ver otra muestra de la provocación. Bienvenidos al ecocidio –dice Rodolfo Martínez irónico como si fuese un guía de turismo.

Rodolfo es uno de los integrantes de la Multisectorial por los humedales que organiza, junto a otras ONG, esta y otras movidas. El despliegue es llamativo. Hay pibes y pibas con pecheras que ordenan la concentración. Una “comisión de cuidados colectivos” cuyos integrantes se comunican por handy. Otros se encargan de las fotos o el drone. Hay un grupo que redactó el documento que se leerá al final. También hay designados par hablar con la prensa.

“En la Multi somos 60 activos y unos 200 que participan y trabajan en la organización. Hay muchas agrupaciones”, dice Rodolfo a Rosario3. El crecimiento de esa estructura no es casual. La indignación por el ecocidio que se amasa desde 2020 empezó a buscar formas de respuesta concretas.

Alan Monzón/Rosario3

En la asamblea de este domingo se definirán los próximos pasos pero quedaron en suspenso las mociones del último acto en el Monumento. Una es volver a unir el río con embarcaciones y la otra es movilizarse en caravana a la Casa de Gobierno de Entre Ríos.

“No nos vamos a quedar esperando lo que haga el Congreso. Vamos a seguir con acciones y también reactivar las brigadas en el territorio para ver qué está pasando porque eso es lo que no nace el Estado”, sigue el vocero.

Es preciso cuando afirma que el grupo “dota de potencia al reclamo ante la desesperación”. Admite, sin embargo, las dificultades para construir soluciones coordinadas sin una conducción dirigencial. La masividad empuja pero no orquesta políticas públicas.

La convocatoria a esta hora, 15.45, no supera a la de agosto de 2020, cuando se afianzó esta agrupación. Pero todavía siguen llegando. Jóvenes, bicicletas, mates, cámaras de fotos; una clase media con conciencia ambiental y acompañada de sindicatos y organizaciones en un segundo plano. Se parece en eso a la concentración del Monumento pero tiene un condimento extra: el desplazamiento hacia el límite norte de la ciudad implica un compromiso distinto.

Alan Monzón/Rosario3

Confluyen las banderas del Partido Obrero, por ejemplo, y una señora de amarillo furioso y calzas con su perra, una schnauzer grande de pelo negro. Verónica es maestra, aprovechó que vive cerca y además de traer una bandera que hicieron los chicos del Jardín 38 sacó a pasear a India.

Desde arriba la vista es imponente. Al norte está la parte quemada de la Isla de Los Mástiles, donde los investigadores de la UNR estudian cómo el humedal pierde su identidad con los incendios. Un poco más atrás, hacia San Lorenzo, ardió el viernes a la noche. En principio unos baqueanos quisieron quemar un nido de víboras y se les fue de las manos.

Ese caso reciente evidencia una complejidad del fenómeno. Por supuesto están los responsables, los ganaderos cuyos nombres acá resuenan cuando alguien los grita por el megáfono y el resto responde “¡ecocidas!”. Pero el humedal arrasado por el fuego tiene dos componentes: el inicio y la propagación. La sequía de tres años y la bajante del río potencian lo segundo hasta niveles desconocidos. La isla como una alfombra seca que arde sin cortafuegos naturales por días y días.

Los otros responsables son los dirigentes políticos y judiciales incapaces de coordinar una respuesta. Ellos también están en los carteles. “Tenemos una Justicia cómplice que protege a los culpables”, una foto que acusa a los gobernadores Gustavo Bordet y Omar Perotti, otros recuerdan a Juan Cabandié y Pablo Javkin, se suma el reclamo al Congreso por una “Ley de humedales ya” pero “no cualquier ley” y la aclaración por escrito: “Expediente 75-D-2022”. También está presente la consigna que anudó las dos agendas pesadas de la ciudad: “Plomo y humo, el negocio de matar”.

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La marcha no se detiene y se estira por un kilómetro hasta pasando la mitad del puente. No para de crecer. La comparación con la concentración de hace dos años es evidente: “Esta es el doble que la de 2020”, “estamos entre 8 mil y 10 mil personas”, “más de diez mil”, son los cálculos.

El periodista especializado Sergio Rinaldi no duda. Los actos medioambientales más nutridos hasta ahora habían sido el Plurinacional de los Barbijos, del 5 junio de 2019, con unas cuatro mil personas en el centro. Luego las cinco mil del puente de 2020 y las cerca de diez mil del Monumento de este año. Esta, por cantidad, escenografía y densidad (el acampe se queda hasta el domingo a la tarde, cuando habrá una asamblea) es la más importante de la historia de Rosario.

Son cuatro años de una fuerza que crece. “La masividad es nueva, antes las movidas eran más bien intervenciones, a lo Greenpeace”, compara el comunicador y militante desde hace 22 años en la ciudad.

Mauricio Cornaglia, de la Multisectorial y del Paren de Fumigarnos, coincide con ese diagnóstico. “Hay una toma de conciencia diferente, la sociedad está en otro nivel y entiende que tiene que estar”, define. A él le toca empezar la lectura del documento consensuado. Ya son las cinco de la tarde.

–En Rosario no podemos respirar –inicia y la perra India está tirada frente a él junto a otras banderas que denuncian el ecocidio.

El camión de los Ex combatientes de Malvinas inicia su retirada con un aplausos de reconocimiento. Apoyaron con agua. Entre los participantes hay concejales, diputados provinciales y nacionales. Algunos vinieron de Buenos Aires porque entienden que Rosario es “el epicentro de la lucha". El texto los interpela.

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–¡A la Cámara de Diputados le exigimos que apruebe la ley consensuada por 380 organizaciones! ¡No vamos a permitir ninguna trampa!

La quietud rompe en ovación. El humo sigue de fondo su sendero. El viento noreste con ráfagas intensas se lo lleva hacia el sur de Rosario. Pero es otro día dramático para el ecosistema en mutación.

El documento habla de “crisis épica” y de una ciudadanía desprotegida. Al final toma el micrófono Amtawi, una mujer aymara que apenas puede con su rodilla pero quiso estar.

–Escucho que piden leyes –dice pausado – Pero las leyes son como los espejitos de colores que nos dieron a nosotros los pueblos originarios. Pidamos una ley, una única ley, la de la vida, la de todos. Parece que ellos vivieran en otra pelotita, como le digo a la Pacha.

Se despide en su lengua con tres palabras que significan adelante, fuerza y buena vida. Le devuelven un grito de guerra indígena. Empieza el regreso del medio del puente hacia la cabecera. Habrá música y actividades mientras arman carpas. Al igual que la sequía, la bajante del río y el fuego, el reclamo organizado de una salida a la crisis también sigue firme.

Alan Monzón/Rosario3