Ladrillos para levantar un muro. La comisión directiva del club Los Pumas, en Cotone 130 bis, de Empalme Graneros, donde jugaba al fútbol Máximo Jérez, el niño quom de 11 años asesinado en medio de una balacera el pasado 5 de marzo -crimen que despertó una pueblada en el barrio- pidió al senador nacional Marcelo Lewandowski materiales para construir un cerco de contención, una pared que les brinde algo de seguridad en medio de un territorio hostil, a pesar de la intervención de las fuerzas federales.

Nada de "manguear" camisetas o zapatillas. No. Las pelotas de fútbol y las luces para iluminar la cancha fueron regalos que llevó el legislador.

Al igual que más de una docena de instituciones barriales en Rosario, Los Pumitas optó por amurallarse contra las balas, los robos y cualquier tipo de violencia que tenga lugar en las calles. El fenómeno, que incluye vallados construidos por socios, por la Municipalidad de Rosario y también por empresas de publicidad, se ha incrementado desde 2016, cuando en el club Defensores de América, ubicado en la zona norte de la ciudad, chicos de entre 5 y 8 años quedaron en medio de una impresionante balacera, originada a media cuadra de las canchas. Dos de los niños fueron alcanzados por proyectiles. La entidad decidió elevar una muralla de ladrillos como protección. Le siguieron casos en Las Flores, en Chacabuco al 3100, en Constitución y Ocampo, por mencionar algunos. 

El barrio despidió a Máximo Jerez en su club. (Ana Isla/Rosario3)

Históricamente, los clubes de las zonas más vulnerables de la ciudad, carecen de estructuras que de alguna forma marquen un adentro-afuera. Sin embargo, la violencia instalada como negocio y sus manifestaciones, ha traspasado la frontera ética que impedía antes su llegada a niños y niñas -culturalmente apreciados y valorados por toda la sociedad- y estos espacios han tenido que buscar alternativas. Encerrarse es una de ellas.

El club de la zona norte en el que ocurrió la balacera. (Alan Monzón/Rosario3.com)

Jeremías Salvo, de Red de Clubes de Rosario, analizó la problemática que, hay que destacar, trasciende los clubes de barrio. Actualmente, escuelas e incluso, comisarías optan por un vallado perimetral para desalentar cualquier riesgo. En contacto con Rosario3, consideró que el hecho que los clubes pidan materiales para cercarse es un indicador, como hay otros, sobre la crisis de seguridad imperante. “Los robos y el vandalismo siempre existieron, pero no existía esta situación de inseguridad donde quizás pasan y tiran donde hay criaturas y muchísimas veces quienes pasan y tiran han pasado por estas instituciones. Se ha perdido el respeto por todo, no solo el club de barrio, sino por la escuela, el centro de salud”, comenzó.

Consultado sobre la supuesta inserción del narcotráfico en las dirigencias como un factor desestabilizante en la vida de las instituciones, Salvo respondió: “No lo puedo asegurar porque lo desconozco, pero es muy probable que suceda”.

En su diagnóstico, el también presidente del club Deportivo Suderland de Ludueña, consideró: “Uno celebra cualquier aporte que genere infraestructura en una institución deportiva, pero es como tomar un ibuprofeno para una infección, porque el problema de fondo sigue estando”, sostuvo y apuntó al peligro de ser robados, o alcanzados por balazos que deben sortear socios y socias: “Tienen que hacer peripecias para llegar a los clubes”, dijo. 

Lo único que hacen (los cerramientos) es que nos contraigamos cada vez más y nos encerramos cada vez más en ese espacio, en lugar de abrirnos al barrio”, expresó y añadió en ese sentido: “Nos pasa a cada uno de nosotros, cada vez nos encerramos más en nuestra casa. Le ponemos reja, le ponemos alarma. Los clubes no están escapando de eso”.

Clubes saqueados

Néstor Raúl Bianchi, secretario de la Asociación Rosarina de Entidades Deportivas Amateurs (Areda), no considera que la construcción de paredones de parte de clubes sea un fenómeno de amurallamiento contra la inseguridad y la violencia. No lo lee de esa forma.

Sin embargo, admitió un escenario alarmante: “Viven permanentemente robando a las instituciones deportivas, por lo general a las más chicas, las que no poseen el servicio de vigilancia privada. Los clubes de fútbol infantil son presas de los arrebatadores, se llevan las bombas de agua para el riego, los utensilios, las pelotas, los conos. En el club Río Negro -que preside- se han robado varias veces las luminarias”, precisó.

Para el también presidente de la Federación Santafesina de Clubes, los clubes acuden a los ladrillos “para tener un poco más de seguridad, pero lamentablemente, paredón o no, los robos van a seguir existiendo”, lamentó y concluyó: “Después de las doce de la noche los cacos salen y se roban cualquier cosa. En mi club, que está todo amurallado, según la palabra que usan, saltan el tapial y roban igual”.

Así quedaron las instalaciones del club María Reina tras el robo en 2018. (Facebook Claudio Gershanik)

Murallas, y todo lo demás también

El senador Lewandowski confirmó a Rosario3, que llevó ladrillos a Los Pumitas a pedido de la comisión directiva, ante la necesidad de cercar, por seguridad, las instalaciones visiblemente deterioradas, casi en estado de abandono. “A nadie se le ocurre pensar que a una balacera la van a tapar con un tapial”, advirtió y remarcó: “Por supuesto que es una zona compleja, pero nosotros llevamos los materiales, no para tapar balaceras, sino para fortalecer al club, como hicimos con otros desde que estamos en la función pública”.

Los clubes de barrio, son para el legislador, fundamentales para mejorar las condiciones sociales de niños y jóvenes. “Necesitan un lugar de pertenencia, donde los estén esperando, dónde se les pregunte, que sean lugares de referencia. Si un joven no pasa por esos lugares, pasa por otros que son más complicados”, indicó y expuso: “Entonces, la guerra al narcotráfico también se va a dar desde lo social, porque si no, un pibe se cría en esos lugares y lo único que tiene a mano es ser soldadito. Nosotros tenemos que ganar esta batalla cultural para cambiar esa realidad”.

Presencia policial durante el velatorio de Máximo en el club Los Pumas (Ana Isla/Rosario3)

Las murallas que se elevan al cielo desde los clubes barriales son un símbolo de la búsqueda del mejoramiento de las condiciones de permanencia en estos espacios. Lewandowski, al igual que Salvo -el dirigente consideró fundamental que el Estado escuche las voces de vecinos y vecinas y que se trace un plan integral para abordar la crisis de seguridad desde lo social- creen que hay que enfocarse en el problema de fondo.

“Si mañana se va la Policía o la Gendarmería y la gente no tiene un espacio para convivir, para socializar, un lugar de protección, no va a alcanzar. Vos podés tirar abajo un búnker, pero si no hay para los chicos posibilidades de tengan vidas distintas, no sirve. Nosotros decimos en esos barrios más complejos doble escolaridad, y si no da la capacidad escolar, que estén adentro de un club, adentro de una vecinal, adentro de una ONG. Es una inversión importante, cuyos resultados no vamos a ver quizás en el corto plazo, pero paralelamente resolvemos lo urgente”, manifestó sobre posibles soluciones. que estén, metafóricamente, más cerca de ser cimientos que volátiles paredes.