El caso de Jimena es desgarrador. Desde 2015 a esta parte, su vida se tornó una pesadilla. A tal punto, que decidió tatuarse su número de DNI en el brazo “por si mi cuerpo aparece en un descampado”, dijo ya hace un tiempo. Su ex pareja, Cristian M., fue condenado a prisión por un puñado de delitos gravísimos, como golpearla, perseguirla, amenazarla, negarle asistencia y, lo más impactante, por torturar a sus propios hijos pequeños con una picana eléctrica. Por eso, el agresor de 46 años es conocido en el ámbito judicial como “el Loco de la picana”. La semana pasada, el juez confirmó la sentencia de 5 años de cárcel para el violento, pero no se presentó y quedó en calidad de prófugo. Ahora ella, desesperada, pide hablar porque lo siente “cerca”. Y asegura con la voz quebrada: “Yo sé que antes de ir preso me va a venir a matar”.

Lo de Jimena no es vida desde el año 2015, cuando no pudo aguantar más el contexto de violencia de género y decidió dejar la casa que compartía con Cristian M. en la zona noroeste de Rosario, para regresar a la vivienda de sus padres, en un pueblo de la región. Vive encerrada, con miedo, protegiendo a sus hijos y dando pelea en los Tribunales.

“Tengo cámaras en mi casa y en el pequeño negocio que atiendo; la Policía tiene orden de hacer tres rondas diarias por mi casa, pero eso nunca se cumplió. Por eso tengo que acudir nuevamente a los medios”, comentó Jimena a Rosario3. Hace algunos años, también había confiado en este medio para contar su terrible historia.

Condenado, pero nunca preso

El Tribunal encontró culpable a Cristian M. de los delitos de lesiones leves dolosas a su ex pareja y a sus hijos, quienes declararon bajo el método de la Cámara Gesell y la Justicia pudo acreditar la utilización de una picana eléctrica para torturarlos. Ahora se le suma la desobediencia a la orden judicial.

Cristian M. fue condenado en primera instancia, en diciembre del año pasado, a 5 años de prisión efectiva. La fiscal de la Unidad de Violencia de Género, Teresa Granato, solicitó la prisión preventiva, pero el juez de la causa la negó. La Fiscalía había pedido la pena máxima para los delitos que se le atribuían al agresor, que son 5 años y 6 meses. Como se esperaba, los abogados del acusado apelaron el fallo, con su defendido en libertad.

La semana pasada, en segunda instancia judicial, el juez Penal Ismael Manfrin confirmó la condena de 5 años. El juez convocó a las partes a la audiencia, pero el hombre no se presentó, se declaró la rebeldía y se libró la orden de captura. Hasta este jueves, permanecía prófugo.

A Jimena la asisten las abogadas del Centro de Asistencia Judicial de Rosario, Juliana Fagliatti y Celina Ponti Marcuzzi.

Con el miedo tatuado en la piel

Pasaron los años, las instancias judiciales, incluso las condenas, peor Jimena siente que “estoy como al principio, cuando sentía que en cualquier momento me iba a matar”. Por segunda vez desde 2015 a esta parte, la mujer decide acudir a los medios para exponer su calvario. Ese mismo que la llevó a tatuarse el número de DNI en un brazo “para que reconozcan mi cuerpo si me encuentran en un descampado”. Así vive.

“Siempre tuve miedo de que llegara este día; otra vez siento que está cerca, que me va a venir a buscar. Porque antes de ir preso, yo estoy segura que me va a querer matar”, describe a Rosario3 con un nudo en la garganta.

También contó que desde el viernes pasado, recibió al menos dos amenazas de perfiles falsos en redes sociales. Un mensaje de un usuario de Tik Tok identificado como claudio7441, del que hizo captura de pantalla, decía: “Te dije que estábamos cerca. Ahora no volverá a la cárcel. Nosotros lo cuidamos”.

Ante la respuesta de la mujer, pasadas las 11 de la noche de este miércoles recibió un nuevo mensaje amenazante del mismo perfil: "Jajaja me hacés reir. Ya que tenemos contactos que nos ayudan la próxima no te salvás. Cuidá donde pisás, sabés?". 

Jimena se volvió bastante popular en esa red social, donde habla de violencia machista y recibe el testimonio de cientos de mujeres que están pasando o que pasaron por esa terrible situación. 

“Todos sabemos que es él”, advierte la mujer. “Algunos me dicen que puede haberse escapado a Uruguay o Paraguay, pero la verdad que yo lo siento cerca y mis tiempos no son iguales a los tiempos de la Justicia; necesito que la Policía lo encuentre ya”, agregó.

Jimena también lo denunció por “violencia económica”: “Él me acusó de que yo había violado la perimetral que él me puso a mí, pero yo intentaba llamarlo porque no tenía plata para darles de comer a mis cuatro hijos”, comentó. Y confió que el padre de los chicos le “pasaba 4 mil pesos por mes”.

“Estoy encerrada adentro de mi casa, cada vez sufro más problemas psicológicos y de salud. Y mis hijos también sufren toda esta situación”, aseguró Jimena. Y concluyó: “Hace mucho tiempo que vengo luchando con esto y el miedo por momentos es insoportable”.

¿Qué pasó con la preventiva?

Consultado por Rosario3 por la supuesta decisión de no dictar la prisión preventiva para el acusado en su momento, el juez penal Ismael Manfrin aclaró que no la otorgó porque “la fiscal omitió fundarla” y aseguró que “está detallado en el fallo”. 

Manfrin también indicó que “la fiscal tampoco pidió la prisión preventiva en la Cámara durante la apelación y fue la Cámara quien confirmó la condena de 5 años de prisión”.

El magistrado también remarcó que “toda medida cautelar que se pide debe ser fundada” y reforzó que en este caso “la fiscal lo omitió”. Manfrin dijo después que “de haberlo hecho, hubiera dispuesto la preventiva tal como es mi criterio plasmado en casos similares”.

“Hay que tener en cuenta que el juez penal en el sistema actual esta impedido de cubrir las omisiones de las partes, a excepcion de que se vulnere el derecho de defensa”, finalizó.