"… de todo lo que dibujé antes de mis setenta años, no hay nada que valga la pena.

A la edad de setenta y dos, finalmente, he aprendido algo

sobre la verdadera calidad de los pájaros, animales, insectos y peces

y sobre la vital naturaleza de las hierbas y los árboles.

Cuando tenga cien años, seré maravilloso."

(fragmento de “Espejos”, de Eduardo Galeano)

 

¿Quién tiene autoridad para decidir quiénes deben vivir y quiénes deben morir? ¿Es igual decidir en medio de una catástrofe en el océano, en los albores del siglo XX, cuando ni la penicilina se había descubierto, que en la comodidad de un escritorio, con tecnología digital disponible on demand, en pleno siglo XXI, con decenas de laboratorios pugnando por fabricar vacunas y proveer al mundo? Aunque a simple vista la respuesta parecería clara, no lo es tanto cuando entran en juego intereses personales, poder, prebendas y hasta las propias contradicciones de las personas que las llevan a señalar arbitrariamente (desde el ejercicio de una juventud que se fantasea eterna) quién sí y quién no. Y en este tironeo por la posibilidad de sobrevivir al covid-19, los pobres, las minorías raciales y en especial los viejos, se vienen llevando la peor parte y han quedado del otro lado de la nueva grieta.

La pandemia y sus efectos en las personas de la tercera edad.

Se envejece más y más rápido, pero ¿mejor?

 

En el mundo ya hay más de mil millones de personas que tienen 60 años o más, la mayoría de ellas viven en países de ingresos bajos y medianos. Muchas de esas personas no tienen si quiera acceso a los recursos básicos necesarios para una vida plena y digna. Muchas otras se enfrentan a numerosos obstáculos que les impiden participar plenamente en la sociedad.

En ese marco, la Organización de Naciones Unidas (ONU) lanzó una proclama denominada “Decenio del envejecimiento saludable”, como una forma de alertar sobre un tema crucial: la población envejece en todo el mundo con más rapidez que en el pasado, y esta transición demográfica afecta casi todos los aspectos de la sociedad.

En diálogo con Rosario3, la especialista en Derecho de la vejez, Isolina Dabove, explicó: “La primera consecuencia de este fenómeno la vivimos durante todo 2020 a raíz de la pandemia, porque nuestra cultura actual, en todo el planeta, no termina de asimilar esto tan extraordinario, como es el enjevecimiento poblacional que sigue siendo creciente y que el covid no afectará de manera grave, aunque circuló información relativa a la disminución de un punto o un punto y medio en la expectativa de vida. La pandemia permitió poner en el centro de la escena las dificultades que vivimos en la vejez y los graves padecimientos que muchas personas mayores soportaron, en este contexto pandémico, hasta la muerte en condiciones indignas”, afirmó.

En ese contexto, Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y numerosas organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil acordaron poner en marcha este "Decenio del envejecimiento saludable" que es muy importante para tomar conciencia respecto de la discriminación y las condiciones desventajosas que viven las personas por el hecho de ser viejas en esta etapa.

“La iniciativa denota un cambio profundo de mentalidad en torno a la vejez, que significa vincularla con un sentido positivo, productivo y una actitud de valorización y respeto, no sólo en su entorno familiar, sino también en la sociedad en general. Y en esa dirección -remarca- se adoptó un camino de mediano plazo porque en diez años tampoco vamos a lograr grandes maravillas, pero al menos vamos a intentar movilizar a los grandes factores de poder y a la sociedad en general para que se replantee qué significa ser una persona vieja y evalúe si el trato que le damos hoy a las personas mayores se corresponde con lo que uno desearía para sí mismo”.

Se discutió mucho el criterio para otorgar o no a una persona mayor, un recurso que quizás, con un criterio viejista, le vendría mejor a una persona joven.

Durante 2020, esos problemas que afectan a los mayores quedaron de manifiesto: el empobrecimiento ligado a la falta de cobertura del sistema jubilatorio, la cuestión del acceso a la asistencia sanitaria, ante la escasez de recursos. Se discutió mucho el criterio para otorgar o no a una persona mayor, un recurso que quizás, con un criterio viejista, le vendría mejor a una persona joven.

“Esos dos enclaves -jubilaciones y atención sanitaria- hay que ligarlos a los cuidados domiciliarios y en las residencias gerontológicas, la disposición del propio patrimonio y hasta el derecho a enamorarse, a establecer una pareja o a casarse (un derecho personalísimo de dificultoso ejercicio, a causa de los prejuicios sociales), indicó Dabove.

Gerardo Romano: la pandemia, el Titanic y la batalla intergeneracional

 

Proclives a abrir brechas más que a tender puentes, cualquier situación puede convertirse en terreno propicio para ubicar, con total arbitrariedad, a unos adentro y a otros afuera. A unos de este lado de la grieta y a otros en frente.

Hace unos días, al referirse a la pandemia y la distribución discrecional de vacunas en Argentina -tema instalado mediáticamente como “vacunatorio vip”- el actor Gerardo Romano trazó un paralelo entre el manejo de la pandemia y las decisiones que se toman en medio del naufragio.

"Cuando en un barco vamos a los botes, y dicen «primero las mujeres y los niños» se está privilegiando a los más jóvenes porque los viejos ya han vivido", explicó Romano y completó: "Entonces, en un caso de conmoriencia (cuando mueren dos personas) es preferible que muera el más viejo y no el más joven, si hay un lugar en el bote. Esto es un lugar en el bote también", redondeó el actor, haciendo referencia a las vacunas contra el covid-19, en Argentina”.

¿Es válida la comparación?, ¿Estamos en un bote tras un naufragio como el que padeció el Titanic en 1912? Infinidad de indicadores científicos, legales, sociales y hasta históricos muestran con claridad que no es así. Laboratorios farmacéuticos de diversos países del mundo pugnan por fabricar en tiempo récord sus propias vacunas, proveer al resto y ser parte de un negocio multimillonario con consumidores cautivos. La vacunación es prioridad de los sistemas sanitarios dada la condición pandémica del virus que se pretende neutralizar y los recursos están apuntados en esa dirección. Entonces: ¿cuál es el sentido de plantear el tema en términos de “batalla intergeneracional?

El desafío cultural es construir conciencia social sobre la importancia de la solidaridad entre las generaciones.

Dabove señala que si bien hubo casos de personas muy mayores, de 90 y 100 años, que se recuperaron del covid, en líneas generales, este virus afecta más a los más frágiles desde el punto de vista psico-físico, y en ese grupo están las personas mayores, dada la fragilidad de su sistema inmune.

“Por eso -indica- el desafío cultural es construir conciencia social sobre la importancia de la solidaridad entre las generaciones. De lo contrario, nos pasará lo mismo que ocurrió en Europa durante el último verano, cuando se multiplicaron los contagios por la guerra entre generaciones. Los más jovenes van más desprocupados por el mundo, sin pensar que quizás el día de mañana, si ellos llegan a viejos, tampoco serán protegidos por los más jóvenes, por no haber sabido establecer lazos solidarios”.

Argentina y los viejos: de la acción de la sociedad civil al doble discurso político

 

Para Dabove, a nivel de la sociedad civil, Argentina tiene una muy alta conciencia social acerca de los desafíos y ha puesto en marcha numerosas alianzas para trabajar a través de las redes, en la toma de conciencia y en la acción consecuente, por el respeto de las personas mayores y sus derechos.

“Pero, lamentablamente -aclara- a nivel institucional y político, hay un cierto doble discurso, que quedó en evidencia con la implemantación del Programa Nacional de Vacunas, más allá de la grieta política y de los «vacunatorios vip» que no sólo existen en Argentina, sino también en otros países”.

“Esa falta de cuidado y de atención por el cumplimiento del Plan de Vacunación, ordenado en función de la protección primaria del personal de salud y las personas mayores de 80, 70, docentes, etc., afecta directamente a la población mayor -agrega- y a esto hay que sumarle la brecha tecnológica, que dificulta a gran parte de la población el acceso a la inscripción, aunque luego se habilitó una línea 0800 para quienes no dispusieran de esas herramientas. Todas estas situaciones expresan un doble discurso que no es exclusivamente político. En la comunidad también somos testigos de conversaciones y puntos de vista que manifiestan esta dualidad”.

Por la pandemia, cayó un año completo la expectativa de vida

 

En Estados Unidos, la esperanza de vida cayó un año completo durante la primera mitad de 2020, a causa de la pandemia de coronavirus, según estimaciones consignadas en un nuevo informe publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

La esperanza de vida es una medida estadística del tiempo promedio que se espera que viva un bebé que nace en la actualidad. De enero a junio de 2020, fue 77,8 años para toda la población de Estados Unidos, frente a los 78,8 años de 2019. Se trata del nivel más bajo desde 2006, según el informe.

La disminución de la esperanza de vida se observó en todos los grupos raciales y étnicos, pero fue más grave en las minorías, con los afroamericanos perdiendo 2,7 años (de 74,7 a 72,0) y los hispanoamericanos 1,9 años (de 81,8 a 79,9) durante el mismo período. Mientras tanto, los estadounidenses blancos perdieron menos de un año (de 78,8 a 78,0), según el informe.

Si bien aún no se conocen en Argentina, relevamientos que permitan conocer el comportamiento de ese indicador, durante el último año, sería óptimo indagarlo para identificar vulnerabilidades generadas o exacerbadas por la pandemia, trazar políticas de Estado y asignar recursos presupuestarios para morigerar el efecto adverso, durante el decenio 2020-2030, algo que propone la ONU, y sobre lo cual no existen demasiadas garantías de cumplimiento por parte de los gobiernos.

Quién controla la vulneración de derechos de las personas mayores

 

Dabove explica que “Naciones Unidas promueve la apertura del diálogo entre los países, la búsqueda de espacios de encuentro y acuerdo respecto de determinados temas y establece la prioridad de los mismos, entre otras funciones, pero no existe, a nivel universal, un tribunal de justicia con potestad sobre estos temas específicos. El tribunal de La Haya se ocupa de gravísimas violaciones de derechos humanos y atentados contra el sistema democrático, pero tiene una menor incidencia en el respeto o no de los derechos de la vida cotidiana”.

“Ese papel lo desempeña la OEA, en particular la Corte Interamerticana de Derechos Humanos (IDH). Ése es el tribunal que tiene jurisdicción para condenar a algún país en caso de vulneración. Por eso, la ONU va articulando su acción con los sistemas regionales de derechos humanos; la OEA es uno de ellos”, precisa.

“Además -señala- Naciones Unidas debe concluir el proceso que inició en diciembre de 2010, de elaboración de la Convención Internacional de Derechos Humanos de las Personas Mayores. Ese desafío está pendiente a nivel universal, por eso la declaración del "Decenio del Envejecimiento saludable" es muy auspiciosa porque implica un mejor y más contundente compromiso de Naciones Unidas en favor de la conclusión de este proceso. Y para esto -subraya- hace falta convencer a los países europeos, que son los más remisos frente al tema”.