El conflicto con Chile por el canal de Beagle marcó todo el año 1978. El 25 de enero, Argentina rechazó el "laudo arbitral internacional" al que se había sometido para resolver las diferencias con el país vecino. La sentencia del tribunal conformado por cinco jueces de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Suecia y Nigeria fue dada a conocer en mayo de 1977 por la reina Isabel II. Fue favorable a las aspiraciones chilenas y por eso el gobierno de facto no lo reconoció.

Después del anuncio argentino, los dictadores Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet se encontraron en Puerto Montt, Chile. Acordaron la formación de dos comisiones negociadoras: Comix1 y Comix2. Hubo largas discusiones y el 2 de noviembre de 1978 se cumplió el plazo de la Comix2. No hubo acuerdo en los temas relevantes, como el límite marítimo y al estrecho de Magallanes.

La zona del conflicto y laudo. Archivo La Capital

En diciembre, se acordó una reunión de cancilleres como una última oportunidad para la diplomacia. La Junta Militar argentina ya había definido que si esa cumbre fracasaba se iniciarían acciones militares en el canal austral. Y, si Chile respondía, habría guerra entre los países. En ese escenario, se esperaban 20 mil muertos sólo en la primera semana, según afirma el periodista y escritor Bruno Passarelli en su libro "El delirio armado".

Tropas de Infantería movilizan. Imágenes del libro "El delirio armado".

Miedo, colaboración y patriotismo

La historiadora Alicia Divinzenso asegura a Rosario3 que para las fuerzas armadas los ejercicios de oscurecimiento por un posible bombardeo no eran un “show” ni un “engaño” a la población. Formaban parte de los preparativos para una guerra con Chile (narrados en la primera parte de este informe) que parecía inevitable.

Además, a fines de 1978 la dictadura iniciada con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 tenía un desgaste creciente. Crecían las críticas por el modelo económico y se agotaba el discurso inicial de la “guerra contra la subversión o la guerrilla”, después de dos años y medio.

Con el conflicto de Beagle, el proceso pasó de tener un “enemigo interno” a otro “externo”. Eso implicaba dejar atrás la “guerra irregular” contra parte de su población (delimitada por difusas fronteras ideológicas como “infiltración marxista o comunista”; bajo esa excusa se torturó y desapareció a miles de estudiantes, trabajadores y militantes) para pasar a encarar una “guerra regular” contra un Ejército de otro país.

La creación de un enemigo externo, es la creación de un yo nacional"

Divinzenso analiza ese cambio en relación al rol de la población: “La lucha irregular fomentaba actitudes vinculadas a la delación, a identificar y eliminar esa infiltración de un enemigo cotidiano. Pero eso generaba la desconfianza con el próximo y vivir en un estado de continua sospecha. Eso rompe el lazo social y hace que las personas desconfíen del vecino”.

Divinzenso, coautora de “Territorio ocupado" (Alan Monzón/Rosario3).

“Por el contrario –sigue la investigadora y coautora del libro “Territorio ocupado”, sobre la historia del II Cuerpo en Rosario–, la creación de un enemigo externo, es la creación de un yo nacional que aglutina voluntades en un contexto de guerra y crea acciones coordinadas de la población en pos del lugar que ocupan. Un efecto de cohesión social, que puede verlo en la exaltación nacional de un conflicto bélico y también en el Mundial de 1978, donde todos somos argentinos sin distinción arengando por la causa nacional”.

Algo de esas emociones asoma en los testimonios recopilados por Rosario3 para este informe. Norma tenía 27 años aquel diciembre de 1978 y estaba embarazada de su tercer hijo, una niña. Recuerda que era un tiempo “muy angustiante porque nos decían que Rosario podía ser un blanco seguro para los ataques porque era una gran ciudad, estaba próxima a un río importante y tenía un cordón industrial muy pujante y ahí iban a apuntar los ataques”.

Con nuestra colaboración estábamos ayudando a defender el territorio, nos salía de adentro el patriotismo”

“Por eso nos preparamos con mucha seriedad y compromiso de decir «vamos a colaborar». Lo que me quedó grabado fue el silencio. Fue impresionante la oscuridad y el silencio. Nosotros nos asomamos al balcón, aunque decían que no había que salir, y desde el departamento observamos como la ciudad entera se oscurecía a la hora que ellos indicaron. No había nadie por la calle, todo el mundo cumplió con la consigna y a lo lejos se escuchaban como sobrevolaban aviones de guerra y algunos con reflectores que iluminaban sectores de la ciudad. Ahí nos entró más miedo y nos metimos adentro del departamento. La sensación era de susto e incertidumbre pero a la vez de querer decir que con nuestra colaboración estamos ayudando a defender el territorio, nos salía de adentro el patriotismo”, agrega.

En ese camino, Viviana aporta: “Era un momento en donde todo el barrio salía afuera. Estábamos todos juntos y nos protegíamos de alguna manera. Como haciendo el aguante a algo, en mi caso desconocido. Estar afuera bastaba. Era la unión del barrio en lo que estaba atravesando”.

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Norma y Viviana recuerdan la “unión del barrio”, la “colaboración” y el “patriotismo”

El “operativo final”

El 14 de diciembre, la dictadura anunció el “oscurecimiento total” del Gran Rosario: la ciudad junto a todo el cordón industrial hasta San Lorenzo, más Villa Gobernador Gálvez, Funes, Ibarlucea, Pérez y Soldini. El proceso advirtió sobre la aplicación de multas, clausura de comercios y hasta arresto de 15 días a quien incumpliera la normativa. Ya no era un “ejercicio”: se ingresó en una “nueva etapa «de adiestramiento» en la que la población debe incrementar su participación”.

El operativo final comprendió más de 10.000 manzanas y superó el 1.200.000 de habitantes involucrados”

A las 22 de ese jueves, sonaron las sirenas y las campanas de los templos. Los arbolitos de Navidad se apagaron. Los más chicos se escondieron debajo de las mesas en las casas oscuras, como un juego. Los adolescentes salieron a la calle o tiraron piedras desde una terraza para romper una lámpara sin apagar. Los aviones arrancaron escalofríos en quienes los escuchaban pasar. Los adultos se angustiaron encerrados en sus casas o salieron al balcón a ver el increíble espectáculo de la oscuridad total allí dónde solía estar la gran ciudad.

“El operativo final de anoche comprendió más de 10.000 manzanas en Rosario, que con la población comprendida superó el 1.200.000 de habitantes involucrados”, informó la crónica de La Capital del 15 de diciembre. Las tareas fueron supervisadas por el comandante del II Cuerpo del Ejército, general Leopoldo Galtieri. Las autoridades valoraron “el éxito completo” que significó “un alto grado de comprensión de los riesgos de una acción verdadera”.

La otra oscuridad

Ese viernes 15 de diciembre, otro tipo de oscuridad, más permanente y característica de la más sangrienta de las dictaduras argentinas, se desarrollaba en la ciudad. La Policía detuvo al estudiante Conrado Galdame y lo llevó al centro clandestino de detención Servicio de Informaciones (SI), en la esquina de San Lorenzo y Dorrego de la entonces Jefatura. La patota inició ahí sus habituales sesiones de tortura e interrogatorio al joven que había sido encontrado con panfletos de un partido de izquierda. Al otro día, lo mataron a balazos en la planta baja, un hecho inusual dentro de ese lugar que los detenidos del sótano escucharon. 

Para encubrir ese crimen, la patota que había formado el ex jefe Agustín Feced realizó un supuesto operativo en un departamento de España y Pellegrini, donde vivía Galdame, pero mataron a otros dos estudiantes, de origen de peruano. La Policía justificó esa accionar en la supuesta presencia de una "célula terrorista". El Ejército no creyó esa versión y el caso generó un conflicto entre la Policía local y la cúpula militar. Desde entonces el SI (por donde pasaron dos mil personas, algunas de ellas siguen desaparecidas) comenzó a desmantelarse. Ese lugar fue recuperado y es hoy un Espacio de Memoria.

El domingo 17 de diciembre, ese triple asesinato compartió la tapa con el pedido de Videla al Papa para que mediara en el conflicto con Chile y evitara la guerra. “Abaten a terroristas”, fue el título del artículo que presentaba los crímenes de la Policía como un supuesto enfrentamiento en Pellegrini 1685. “Decisión y convicción”, encabezó la nota sobre el conflicto del Beagle.

Tapa del 17 de diciembre. Archivo La Capital

“La Operación Soberanía” 

Desde el lunes 18, los tambores de la guerra sonaban en los despachos de los generales. La dictadura argentina activó el plan secreto denominado “Operación Soberanía”. El jueves 21 la flota estaba en alta mar y avanzaba pese a un fuerte temporal. Ese mismo día Augusto Pinochet fue notificado de ese movimiento. Las tropas estaban a punto de iniciar hostilidades. 

Según reveló años más tarde el ex dictador Videla al periodista Ceferino Reato para su libro "Disposición Final", Argentina estuvo formalmente en guerra con Chile ese día. Los aviones habían cambiado sus bases y patrullas del Ejército operaban en territorio chileno. "La invasión sería el sábado 23 de diciembre. No queríamos que coincidiera con la Navidad", contó, según citó el diario Clarín en 2012.

La mediación del Papa y la desmovilización. Imágenes del libro "El delirio armado".

Sin embargo, Juan Pablo II actuó justo a tiempo y propuso a ambos países enviar "un emisario" para evitar la guerra naciente. “El 22 de diciembre, el Papa hizo llegar un mensaje invitando a la paz a los gobiernos de Argentina y Chile, y el cardenal Antonio Samoré llegó a Buenos Aires el domingo 26. La paz había triunfado esta vez. La intervención de Juan Pablo II puso término a una de las semanas más largas del año”, resumió el escritor y ex secretario de Inteligencia argentino Juan Bautista Yofre en una nota para Infobae.

La mediación papal derivó en la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, el 28 de noviembre de 1984, en el Vaticano. Antes de eso, en julio de ese año, el presidente Raúl Ricardo Alfonsín convocó a una consulta popular no vinculante y el 82% de la población se inclinó por aceptar la propuesta. La joven democracia clausuró así el largo conflicto con Chile por el Beagle.