Un hombre de 80 años, martillero público de profesión, sufrió un ACV en 2016 que lo dejó en internado con un grado de conciencia mínima, asistencia respiratoria mecánica, cuadripléjico y con una traqueotomía. Antes de morir, el apoderado le vendió las 34 propiedades que poseía en Ezeiza, Canning, Monte Grande y San Miguel a precios insólitamente bajos.
Su nombre era Luis Vázquez y tenía inmuebles valuados en 14 millones de dólares, pero apenas se vendieron a 600 mil. Al enterarse de la operación, sus pocos herederos denunciaron la estafa de su apoderado.
Vázquez no había tenido hijos y era uno de los hombres más importantes del negocio inmobiliario en Ezeiza.
José, Hugo y Guillermo Vázquez, primos y herederos de Vázquez, le reclamaron a la Justicia que investigue una supuesta maniobra fraudulenta por parte de quien había sido el hombre de confianza del fallecido.
El principal acusado por la familia es Maximiliano Teta, de 41 años, apoderado de Luis Vázquez desde el 2009 y quien había trabajado toda su vida junto al empresario fallecido.
También está acusado el escribano Andrés Ringuelet, de 50 años, quien certificó todas las operaciones de compraventa – hasta cuatro por día - entre julio y septiembre de 2016. Todas las ventas tenían el mismo contrato y con las mismas condiciones.
“Fue todo muy burdo”, sostuvieron los abogados querellantes a Clarín y advirtieron que el próximo 26 de julio la causa podría prescribir si no tiene avances.



