Debe haber pocas jornadas más complicadas en las redacciones que las electorales, después de las 18, claro. Sobre todo en esas horas que van del cierre de la votación hasta que los números oficiales marcan una tendencia certera, que permita enfocar la cobertura hacia el lugar correcto, o al menos el que los periodistas –o mejor dicho cada medio– creen que lo es.

Es que no sólo se trata de números, de cargos en juego, sino también de interpretaciones. Decir quién ganó y quién perdió es mucho más que decir quién ganó tal cargo o tal candidatura, y viceversa.

Porque si la política es el arte de lo posible, y en lo posible la especulación es cosa de todos los días, hay que decir que cuando se cuentan los votos se termina con el ir y venir de las encuestas, pero no necesariamente con las discusiones.

Este domingo de elecciones internas abiertas simultáneas y obligatorias hubo vaivenes informativos y también interpretativos. Porque el primer escenario, en base a una boca de urna, fue con Binner sumando más voto que Bielsa y Rossi juntos, y eso era una cosa. Y el que finalmente configuraron los números oficiales fue con Bielsa y Rossi sumando juntos un par de puntos más que Binner, y eso es otra cosa.

Y, al mismo tiempo, esas dos cosas diferentes, dispararon muchas otras interpretaciones, de acuerdo a qué sector político o qué medio las hiciera.

Ante tanta opinión diferente, no es raro que los periodistas –despues de horas y horas analizando números y opiniones diferentes– cierren su tarea con alguna que otra duda sobre si realmente eligieron el camino correcto.

Para saldarla no hay nada mejor que un lugar que se ha convertido en un clásico luego de las elecciones: un bar de avenida Pellegrini donde confluyen a la madrugada, hambrientos y también sedientos, periodistas de distintos medios y también políticos de distintos sectores. ¿Qué hacen? Comen, beben y también siguen el debate.

Del de este lunes a la madrugada se puedan mencionan algunos planteos: “Que si bien el socialismo no sacó la diferencia que esperaba en septiembre va a ser quien más va a capitalizar el alto porcentaje de voto en blanco de esta elección y con eso será suficiente”; “que no, que te digo que ahora el PJ va a poner en marcha toda la maquinaria, que Kirchner con estos números baja a Santa Fe, que se suma el Lole, y que si encima tienen problemas de fiscalización en el interior están listos”; “pero estás equivocado, que no todos los votos de Rossi van a ir a Bielsa y además hubo votantes naturales de Binner que como su candidatura ya estaba definida votaron en la interna del PJ”; “que no, que ahora Cristina le ordena a Roxana Latorre que se baje de la candidatura y son más votos para al peronismo”.

Así, pasan, una tras otra, cervezas e hipótesis. Quedan dos meses de especulaciones. En la madrugada del 3 de septiembre, a la misma hora, en el mismo lugar, habrá al fin una verdad irrefutable: el gobernador tendrá nombre y apellido.