Un informe de la Universidad de Southampton, Reino Unido, afirma que la calidad del sueño de los bebés puede verse afectada por el estrés que vivieron sus madres durante el embarazo.

El trabajo se basó en el análisis de 874 madres de niños de entre seis y doce meses, a quienes se les consultó sobre los hábitos de los menores a la hora de dormir, más específicamente, cuántas veces se despertaban entre la medianoche y las seis de la mañana.

Como resultado, el estudio arrojó que los menores cuyas madres atravesaron situaciones estresantes durante la gestación tienen un 23% más de posibilidades de tener problemas de sueño al nacer.

Al respecto, Daniel Pérez Chada, especialista en sueño y jefe del Servicio de Neumonología del Hospital Universitario Austral, explicó que "en el caso del sueño, es frecuente que después del nacimiento los más chicos vean condicionados sus propios hábitos si los padres están atravesando momentos traumáticos o de conflicto, o si no tienen horarios ordenados. Cuando, en cambio, el foco está puesto en lo que ocurre durante la gestación, si la mamá tuvo apnea o roncaba habitualmente, hay altas probabilidades de que los chicos tengan menos peso al nacer y, por ende, más riesgo de hipertensión y de complicaciones cardiovasculares que a la larga condicionen el sueño".

Para Ernesto Beruti, jefe del Servicio de Obstetricia del Austral, "los trabajos científicos sobre la relación entre situaciones de conflicto prenatal y sus consecuencias suelen referirse a estados crónicos y no a situaciones agudas o puntuales que pueden desencadenarse, por ejemplo, al recibir una mala noticia".

En ese sentido, sostuvo que "hay dos situaciones permanentes y puntuales que pueden estresar a una mujer embarazada y, en consecuencia, afectar a su bebé: los problemas laborales y los conflictos de pareja".

"Para prevenir situaciones que puedan estresar y a la larga influir en determinadas rutinas del niño, es importante crear en el hogar un entorno familiar, pero también social más armónico, menos conflictivo y de tranquilidad", agregó Pérez Chada.

Para él sería interesante analizar si las madres primerizas tienen, por esto, un mayor riesgo de transmitir el estrés y la ansiedad a sus hijos, aunque "sería necesario no quedarse sólo con ese dato sino complementarlo con un análisis de todo el contexto: situación familiar, social, económica, etcétera".

Fuente: Infobae