Una vida tiene un antes y un después: el primer día de clases, la paternidad/maternidad, el primer amor y, también, el primer día en libertad.

Este lunes, el oso de peluche más famoso de Rosario empieza a vivir el primer día del resto de una nueva existencia: en libertad.

El último sábado, tras varios intentos fallidos, el mullido animal que residía en la vereda de La cueva del peluche, en Entre Ríos y cortada Ricardone, vio cómo las cadenas que durante tanto tiempo amarraron su rollizo cuerpo a una columna –sin más comodidades que la vista a la calle– se cortaban para dar paso a un tiempo nuevo, con otras formas y otros ruidos.

De la movida participaron unas 80 personas que, tras leer un acta con los derechos del inhibido peluche, asistieron al momento en que Julio, el dueño del muñeco, procedía a retirar las amarras.

Alrededor, una cortina de gritos, aplausos y bocinas acompañaba el momento.

Una vez libre, qué hizo el oso: se fue de paseo, obvio, quería ver la ciudad, conocer sus calles, usar la tarjeta sin contacto y, por qué no, conocer otras osas de peluche.

Así empezó un viaje que los rosarinos pudieron seguir –rugido a rugido– en el Facebook de Rosario Invisible.

El periplo confesado incluyó hasta un encuentro cercano –porque se paró en el borde– con el monstruo del Laguito del Parque Independencia.

Tamaño acto no pasó desapercibido en los medios nacionales, que se hicieron eco de la gesta con títulos como Curiosa movida, o bien, directamente, al publicitar la actividad como la Defensa de los Derechos de los Peluches.

Detrás de ese loable colectivo que vela por los chiches peludos y no tanto, sin importar su tamaño, está Josefa, una luchadora que no le teme a los ácaros.

Es más, cierto periodista asegura haber sido testigo de un chat entre dos rosarinos, uno radicado en Holanda y el otro en Francia, aunque prefiere el anonimato de sus fuentes.

El último registro de actividad posliberación fue compartida hace unas diez horas: “El oso está muy contento! Hoy (domingo) disfrutó su libertad paseando por Rosario. Para todos los que preguntaron el oso está con nosotros, muy bien cuidado, decidiendo cómo va a seguir su camino...”.

Así, la  movida, que comenzó en 2008, se reavivó a partir de una nota publicada en Rosario3.com y se concretó como una jugada preparada que espera el momento justo.

Ahora, con la agenda tan blanca como la sonrisa y, mientras escucha ofertas, el oso cuenta las horas al sol.