El presidente de General Motors (GM), Fritz Henderson, se prepara para anunciar este lunes que prevé que el fabricante de automóviles atravesará un rápido proceso de quiebra. La empresa y el gobierno de Estados Unidos finalizaron en las últimas horas planes para que la golpeada automotriz se reorganice, ya que la mayoría de los tenedores de bonos ayudaron a despejar el camino para presentar la bancarrota.

La medida de GM, que en la Argentina tiene su planta en la vecina localidad de General Alvear, se tomó al no haber conseguido reestructurar 27.200 millones de dólares de deuda no asegurada.

Henderson ha convocado una rueda de prensa el lunes en Nueva York, la misma ciudad en la que se sitúa el Tribunal de Quiebras donde los abogados de General Motors presentarán los documentos de la suspensión de pagos, en la que anunciará la situación del gigante industrial estadounidense.

También se espera que durante la misma rueda de prensa Henderson anuncie nuevos despidos y revele las 14 plantas que GM cerrará antes de finales del 2010.

La decisión se produce después de que el consejo de administración de General Motors mantuviera reuniones durante todo el fin de semana para analizar la situación y los pasos a seguir en las próximas semanas.

El gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama, había establecido que GM necesitaba reducir sus costes laborales, rebajar sus responsabilidades financieras y reestructurar su deuda para seguir recibiendo préstamos públicos.

Desde diciembre, General Motors ha recibido del Departamento del Tesoro 19.400 millones de dólares en préstamos, lo que le ha permitido seguir operando. Pero la empresa necesita hasta 40.000 millones de dólares más para reestructurarse de forma que sea viable a largo plazo.

Se prevé que GM planteará al tribunal un proceso rápido, similar al que está experimentando Chrysler, durante el cual el gobierno estadounidense comprará los activos rentables y proporcionará 30.100 millones de dólares para que la empresa siga funcionando en los próximos meses.

Los activos adquiridos por Washington serán la base de la nueva General Motors, cuyo capital estará repartido entre el Departamento del Tesoro (un 72,5 por ciento), el sindicato United Auto Workers (un 17,5 por ciento) y los acreedores (un 10 por ciento).

Los acreedores tendrán la garantía de poder adquirir con facilidad hasta un 25 por ciento de las acciones.

La quiebra de GM sería la tercera bancarrota más grande en la historia de Estados Unidos y la mayor y más compleja en los anales de la industria.