Escribí un texto anterior a este que estás leyendo. Ahí contaba con orgullo que hoy en este rediseño habíamos solucionado felizmente un problema técnico que teníamos con la versión anterior de Rosario3.com; un rato antes de entregar el texto, pasé por la redacción y vi que el problema sobre el cuál había basado mi intento de reflexión, aún estaba en su lugar, intacto y sin solución aparente.

Me parece terrible. Cómo explicarles. Supongamos que en casa, deja de funcionar el timbre. ¿Hay algún problema? No, ninguno. Se puede vivir perfecto sin timbre. No pasa nada, todo el mundo sabe que no anda y grita o lo que es peor, nos acostumbramos a que no funcione y lo reemplazamos por el celular. 

Todo va bien hasta que un día vemos en la tele a un terapeuta que dice que el timbre roto es señal de otra cosa y, ahí, por miedo a la demencia, nos agarra la locura.

Hacemos una lista a la que bautizamos “cosas que tengo que hacer en casa” y arrancamos. Arreglar el timbre es el primer ítem y es fundacional porque con él se enarbolan las fatales banderas del “ya que estamos”.

Llamamos al electricista y yaquestamos cambiamos todos los cables que vienen de afuera porque en la terraza hay una perdida del tanque así que yaquestamos el plomero dice que sería bueno reemplazar todos los desagües sobre todo los de la cocina, así que yaquestamos cambiamos los cerámicos porque si compramos más pagamos menos y yaquestamos aprovechamos y también cambiamos los del baño que son lindos pero ya están viejos y no tiene sentido hacer una cosa y de paso no hacer la otra así que yaquestamos también vemos el tema de la pintura para que lo otro no quede feo porque ahora se va a notar y si no lo hacemos ahora no lo hacemos nunca más porque yaquestamos aprovechamos y aunque haga mucho polvillo yaquestamos aprovechamos y pulimos los pisos.

Queríamos reparar el timbre y finalmente hicimos una casa de vuelta. Así, sin descanso ni pausas; reformulamos todo lo que queríamos y ya que estábamos todo lo que fue surgiendo.

El timbre, obviamente, sigue sin funcionar pero tal vez ese sea su destino: no andar para que funcionemos bien nosotros.

Vengan. No toquen timbre, pasen directamente; ojo con la pintura que está fresca y el botón del baño que si lo aprietan mal se queda adentro.

Son todos bienvenidos. ¡Adelante!