He visto que el ministro de salud entrante Dr. Miguel Angel Cappiello, incorporará entre sus proyectos el de la Educación Sexual. Sumo mis humildes reflexiones a sus inquietudes.


La ecografía suele señalar con precisión el sexo del bebé en gestación, así los padres que quieren saberlo van conociendo la personita que poblará en poco tiempo el hogar.

Y se predisponen para esperar una nena o un varón. Comienza la “educación sexual”, sin notarlo. Sigue así por el resto de la vida, evitan los colores rosas a los varones, y juguetes y vestimentas son diferentes.

Papá pronto lleva al varoncito a ver fútbol, rugby, o mamá le presta a la nena sus bijouteries para disfrazar fantasías.

Y los niños crecen con naturalidad, orientados y muchas veces informados, sobre todo en estos tiempos donde ven llegar los hermanitos propios y los de sus compañeritos de jardín o escuela. Saben que vienen de la”pancita” de mamá y que los nenes y las nenas tienen órganos genitales diferentes
Y hasta acá parece que fuéramos bien. Por supuesto hablando de hogares medianamente normales.
Y llegamos a la pubertad.

Aquí es donde las diferencias se manifiestan lentamente, pero en forma sumamente marcativa para los jóvenes.
Las inquietudes que les provocan sus transformaciones sexuales no se encuentran con la misma unanimidad de criterios que aparentemente traían los adultos hasta esta etapa.
Está el hogar, está la escuela, está la sociedad.

Y veo que en el hogar en general, falta información y comunicación correcta para seguir orientando a los jóvenes, la escuela no termina de tomar la educación sexual en su integridad como parte de la educación, y la sociedad hace lo que sabe, que en general es muy poco.

Empezamos a dejar al joven como “librado a su suerte”, porque los temas que tanto le preocupan no tienen muchas veces en donde volcarlos, y ese natural y maravilloso fluir de hormonas que les provocan sensaciones inéditas, no se animan a comentarlo casi con nadie. Y es aquí donde la vergüenza y el silencio se hacen cómplices en contra de su correcta formación.

Conozco bien esta problemática, he dictado talleres de educación sexual en muchísimas escuelas para jóvenes entre 13 y 16 años, y para sus padres también, durante dos décadas.

Para ellos levanto la voz y pido que se les den a estos temas el espacio que necesitan, con seriedad y respeto. A los niños y a los padres, cuya ignorancia es abrumadora, ellos mismos lo admiten y los jóvenes son avasallantes en sus interrogatorios.

En la televisión ven mucho sexo, pero nada de educación al respecto, así que terminan creyendo que sólo está reservado para la gente joven, bella, con genitalidad exuberante y armónica.

Me hubiera gustado filmar algunos de los talleres para mostrarles “en vivo” lo que digo. Los jóvenes al saber que en clase iban a tener “educación sexual” ya me esperaban con una enorme lista de preguntas escritas sin firmas, sobre mi escritorio.

Prácticamente las mismas en cada escuela.

Masturbación, aborto, menstruación, primera relación sexual, orgasmo, embarazo, sida, homosexualidad, amor y sexo, son las que mas recuerdo y aun conservo entre mis “evidencias”, anónimas, claro.

Y arribamos al adulto que hizo lo que pudo en todo este trayecto de vida y que en general suele tener inconvenientes aparentemente lógicos, que ahora tiene que corregir.

El adulto joven está más contento porque si es bello, aprendió que puede ser saludable para el sexo, pero el adulto “madurito”, con pancita, kilos de más, estrías, celulitis, arrugas, glúteos flácidos, no tiene en general frente al espejo la imagen que cree que estimulará su potencialidad. Hombre o mujer.

Indudablemente cuestión de educación. Educación desde allá, desde aquella ecografía a la que hago referencia al principio.

¿Y los ancianos?

Esa sí que es una parte bonita. En general he visto que algunos son completamente indiferentes, y la mayoría absolutamente liberados. Pero se repite la coincidencia con la pubertad. Silencio y vergüenza se vuelven en contra de una sexualidad que solo desaparece al final de la vida.

Verdaderamente este atrapante tema nos importa. ¿Y porqué no? Quizás haya llegado la hora de que todos, hijos, nietos, padres, niños, jóvenes, adultos, podamos transitar en cada etapa, la sexualidad con la naturalidad y sabiduría para lograr el equilibrio entre el sexo desbordado y el sexo silenciado de otras épocas. Que nos enseñen a vivirlo. Y vivirlo en libertad, saludablemente y no solo para la continuidad de la especie, sino para su goce total.

Siempre.




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