Según el portal http://www.grupoorono.com.ar, alimentarse es una necesidad biológica que requiere ser satisfecha en calidad y cantidad para mantener un estado nutricional adecuado. En este punto conviene resaltar dos conceptos: cantidad y calidad.

Los niños deben recibir una adecuada alimentación en cantidad de alimentos: porciones  de magnitud apropiada a edad y actividad. Además, debe ser adecuada en calidad, dicho de otro modo, debe ser capaz de satisfacer las necesidades implícitas en el crecimiento de un niño en sus diferentes etapas, con proporciones de proteínas de alto valor biológico, por ejemplo, que permitan su mejor desarrollo.

Un desequilibrio en cantidad o calidad puede determinar obesidad o sobrepeso. El aumento del consumo de alimentos muy ricos en calorías sin un aumento proporcional de la actividad física produce un aumento de peso. (OMS, 10 datos sobre la obesidad)

La obesidad infantil es uno de los problemas de salu. más graves del siglo XXI. Los niños con sobrepeso tienen riesgo muy aumentado de convertirse en adultos obesos . más probabilidades de sufrir ciertas enfermedades a  edades  tempranas.  Cuanto más pronto en la vida de un niño  se inicie la obesidad, sobre todo,  si se sostiene durante mucho tiempo, mayor es el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor y hasta ciertos tipos de cáncer en adultos relativamente jóvenes. como endometrio, mama y colon. (OMS).

A veces cometemos el error de pensar que organismos internacionales hablan de otros, de otras poblaciones, de otros niños, de otra gente, cuando expresan o difunden estos problemas. Sin embargo, el 28 % de los niños incluidos en el estudio “Situación Nutricional de Escolares” llevado a cabo en Rosario, en 2003, tanto en escuelas públicas como privadas, presentaron sobrepeso u obesidad.

Es una realidad que nos afecta a todos y ante la cual la prevención es la mejor herramienta. Desde cas. se puede intervenir aumentando el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos; reduciendo la ingesta total de grasas y la ingesta de azúcares, manteniendo  la actividad física, y fomentando el consumo de agua. Los pediatras debemos también estar alertados, desde el consultorio, sosteniendo, aconsejando, informando. Poniéndonos, como siempre, en lugar de los que cuidan y agudizando el ingenio.

El especialista decidirá con evaluación del caso, con el control clínico y con el acuerdo de la familia, la mejor opción de plan de cuidado nutricional.   

Cuando la alimentación es parte del tratamiento:

Hasta ahora hablamos de la alimentación saludable como herramienta de prevención de enfermedades. Existen patologías, además, en las cuales la dieta es pilar fundamental  del tratamiento. La enfermedad celíaca es un ejemplo cotidiano. En este caso la exclusión de algunos alimentos que contienen gluten determina la buena evolución del paciente.

Pero además existen entidades como la epilepsia refractaria. Este es un cuadro clínico en el que no pueden controlarse satisfactoriamente las convulsiones, aún con múltiples combinaciones de drogas antiepilépticas, diagnóstico con el que conviven muchos niños y sus familias. En este caso. una dieta especial muy rica en grasas y controlada en hidratos de carbono y proteínas, puede ayudar a disminuir las convulsiones o hasta harlas desaparecer. En este caso, una dieta especial es parte del tratamiento de una enfermedad tan severa como la epilepsia. Es curioso pensar que la alimentación puede mejorar o curar una enfermedad.

Estas situaciones especiales requieren la evaluación, el seguimiento y la supervisión estricta de un  especialista en nutrición infantil, con experiencia en el manejo de este tipo de dieta, tan diferente a lo recomendado hasta ahora.

Cuando el riesgo es evidente, por antecedentes, evolución, síntomas asociados (color oscuro en la piel del cuello, por ejemplo), o el problema está instalado, la consulta con el pediatra especialista en nutrición infantil es prioritaria.