Al cumplirse este viernes un nuevo día mundial de lucha contra el sida, las estadísticas señalan que en el mundo hay 40 millones de personas infectadas con VIH y que cerca de 130 mil son argentinos.

Las campañas de prevención contra el sida se vienen desarrollando desde hace dos décadas, pero las cifras demuestran que no han sido del todo eficaces.  Las estadísticas señalan que el VIH-sida crece cada vez más en las relaciones heterosexuales, en las mujeres, en los jóvenes y en los sectores más pobres, porque no poseen información suficiente y esto se traduce en un comportamiento preventivo inadecuado.

Entre los adolescentes, el problema es mayor: muchos creen que la monogamia es mejor protección que el preservativo, porque éste puede romperse o porque el virus lograría atravesarlo. Los especialistas insisten en que es una mentira.

A la vez, los recursos de los que se valen para distinguir una persona "sana" de un eventual portador, son ridículos: "Si no se droga", "si no usa piercing", "si carece de manchas en la piel", "si es virgen", "si es fiel", "si no es marica", sería garantía suficiente. Pero la única respuesta válida es: hay que hacerse un análisis de sangre específico.

Una joven virgen puede tener VIH debido a una transfusión inadecuada (algo cada vez más difícil, pero no imposible, en función del llamado período "ventana") o porque se infectó al nacer. En el país hay más de 6 mil niños portadores y la transmisión de la embarazada al bebé representa el 97,5 por ciento de los casos de VIH en menores de 13 años. Son datos oficiales.

Por el contrario, tener tatuajes, piercing, manchas en la piel, ser homosexual o fumar marihuana, no equivale a padecer VIH y ni siquiera a integrar los llamados "grupos de riesgo", puesto que actualmente el mayor grupo de riego son los jóvenes heterosexuales de entre 15 y 29 años.

A su vez, la fidelidad es un argumento muy poco fiable, porque los infieles rara vez le cuentan a su pareja que lo son.

Un caso, que tuvo lugar a comienzo de los 90, en Paraná, Entre Ríos, copó los titulares de los diarios: una suboficial del Ejército enfermó de sida. Vivía desde hacía años en el cuartel y allí había mantenido relaciones sexuales con varios pares y superiores, quienes eran "fieles" maridos y tenían hijos. El jefe se vio en la difícil tarea de tener que explicar a familias enteras por qué tenían que hacerse el test del sida.

Estas situaciones se han dado, y se dan, debido a que las campañas en la Argentina fueron poco claras y, hasta hace poco, no mencionaban el preservativo como forma prevención. Se limitaban a fomentar la fidelidad y disminuir las relaciones ocasionales.

Las primeras apelaron a la prevención bajo amenaza de muerte (por ejemplo: "desida no morir") y en más de un caso fomentaron la desinformación y la discriminación: en 1992, una publicidad auspiciada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, comparaba al portador de VIH con una manzana podrida, a la que había que separar para no infectar a las sanas.

Otras deslizaron mensajes erróneamente moralizantes, del tipo: "Si no tenés pareja estable, cuidate", y esto llevó a pensar que sólo debía cuidarse el que no tenía pareja.

La que recomendaba en vacaciones "no tenga relaciones sexuales con extranjeros porque afuera del país el porcentaje de infectados es muy alto", fue decididamente xenófoba.

A su vez, la que decía "No practique sexo anal porque existe mayor riesgo", priorizó innecesariamente una forma sexual sobre otra: hoy, 6 de cada 10 personas con VIH se contagian por relación heterosexual y sólo el 11 por ciento por relación homosexual, simplemente porque la mayoría de ellos usa preservativo.

En 1993, bajo el gobierno de Carlos Menem, el Ministerio de Salud y Acción Social dictó la resolución 709/93 que prohibió a homosexuales y bisexuales donar sangre. ¿Habría ahora que prohibírselo a todos los jóvenes porque los nuevos casos de contagio en Argentina son mayoritariamente entre adolescentes y de ellos, el 64 por ciento mujeres?

La Iglesia (que propone la fidelidad y la abstinencia como forma de prevenir el sida) ha considerado, contra toda fuente científica, que los preservativos no previenen el sida, y esto ha llevado a muchos a creer lo que no es cierto. En 1994, el Opus Dei fue aún más lejos: presentó un informe en el que se afirmaba que el preservativo "no sólo no detiene la enfermedad, sino que puede contribuir a difundirla".

El último informe de Onisida, dice lo contrario: "Las relaciones sexuales sin protección son hoy el principal modo de transmisión del virus: cuatro de cada cinco nuevos casos se originaron por esta vía", sostiene.

Afortunadamente, desde aquel célebre "Póntelo, pónselo" de los españoles, las campañas han mejorado en todo el mundo y especialmente en la Argentina: por ejemplo, en el marco del Día Internacional de Lucha contra el VIH/sida, el Gobierno Bonaerense repartirá mañana 60 mil preservativos, cifra similar a la cantidad de infectados que se estima hay en la provincia de Buenos Aires.

Además, los mensajes ya no son discriminativos, ahora proponen con inteligencia: "Cuidate y cuidá a los demás. Usá preservativo para evitar la transmisión" y "No discrimines a quienes viven con VIH/sida". Quizás, desde ahora, las cifras comiencen a bajar.

Fuente: Télam